miércoles, 16 de mayo de 2007

*Cayo al suelo agotada, deshecha, rendida, con la vista perdida tras esos pasos que creia aun escuchar...*

Allí, mientras el sol brillaba riéndose de ella, dejó los anhelados restos de su infancia guardados bajo la llave de su dolor. Un dolor que había conseguido desquebrajar su corazón, convirtiéndose en algo frío, algo que seguía latiendo de una forma banal.
Tendida, arropada únicamente por sus lamentos, acarició la hierba que la rodeaba, rememorando que hacía apenas unos minutos había estado acariciando otra piel. Una piel a la que le gritaba en su fuero interno que volviera. Que no podía seguir sin sentirla.
Sin él.
Por un efímero instante, gracias a un rayo de sol que se coló entre sus manos, garras que cubrían su cara, iluminando una clandestina lágrima, volvió atrás. Mucho más atrás de lo que cualquiera hubiera retrocedido.
Se acordó de los cuentos de hadas de su niñez, los que aún seguían en su estantería, cogiendo polvo, invitándola a soñar con un mundo que le había sido arrebatado mientras otras puertas, más atrevidas, se abrían. Rememoró esa simple y compleja varita mágica, venerada, envidiada durante tantos años por todas las mentes que devoraban con avidez esas páginas. Y, quizás por última vez, deseó tener una entre sus manos.
Y, mágica y tristemente, desaparecer.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué las lágrimas seguían asediando su rostro sin piedad?
Inconscientemente, rozó sus labios con las yemas de los dedos. Tan cerca su olor… tan lejos ahora.
Había luchado. Había ignorado las voces que le repetían que no iba a salir bien. Pero ella siguió. ¡Diablos, siguió luchando!
Pero todo fue inútil…
Al menos, eso era lo que le decían las pisadas que seguían marcadas en la hierba. Grabadas a fuego en su memoria. Punzantes, ponzoñosas. Ansiando cicatrizar.
Pero ya era tarde…

El sol se fue. Un lúgubre manto gris cubrió el parque donde ella seguía tendida. Las pisadas seguían resonando en su subconsciente. Creyó enloquecer.
Y así, poco a poco, fue convirtiéndose en lo que fue y creyó dejar aparcado en un recoveco de sus recuerdos.
Su príncipe se había ido, sí.
Pero ella seguía teniendo la varita mágica en su haber.



[...]


Escrito ayer, a partir de la frase entre asteriscos. Fue una especia de Juego.

No soy consciente...

1 comentario:

Anónimo dijo...

PRIME