miércoles, 11 de julio de 2007

En verdad tenía una mirada bastante peculiar, si lo pienso ahora, más... detenidamente.

Sí.
Quizás su rostro no me dijo nada en un principio. Pero sus ojos... Sus ojos se convirtieron en un torbellino de sensaciones en cuanto rozaron mis inquietas pupilas. Y me da vergüenza admitirlo. Pero lo hago. Porque, aunque quiera creer que no, creo que me enamoré de aquella chica nada más toparme con sus almendrados ojos.
¿Loco? ¿Extraño? ¿Exagerado?
Quizá.

Pero sé que la amo. Amo esa mirada y, por ello, la resignación que usurpó mi cuerpo durante tanto tiempo se ha disipado, siendo yo capaz de amarla a ella tan solo guiándome por la fuerza que me transmitió en ese momento.

Y duele.
Duele no poder volver a verla. No saber su nombre, ni sus apellidos. No saber si le gusta el café solo como a mí o lo prefiere con leche y azúcar; si le asusta la lluvia o disfruta viéndola, sintiéndola; si su piel tocó otras pieles antes de que yo la viera; si sería capaz de amarme... como yo la amo a ella.
Me duele no poder sumergirme en esa mirada de nuevo.

Pero, ¿por qué? ¿Por qué ella? ¿O ese lugar? ¿O ese sentimiento? ¿Por qué no repulsa o vulgar atracción?
Y es que... ¿amor?
Esa palabra huyó de mí el mismo día de mi nacimiento. No puede volver a deambular por mi alma. ¡No! No puedo permitirlo.
Pero quiero.
Oh, sí. Quiero que me recorra como una descarga eléctrica que me haga resurgir. Y gritar que estoy vivo. Que siento, padezco, sueño.
Que amo.
Que la amo a ella.

Pero, ahora, me es imposible divagar en otras circunstancias que no incluyan a aquella joven.
Hasta la palabra Ella ha cambiado para mí. Me siento tan raro. Tan parecido a los demás...

Pero no me importa. ¿Sabéis por qué?

Porque algún día, niña de ojos negros, mi mirada y la tuya volverán a tocarse. Y entonces ella se engarzará cual piedra preciosa en mi monotonía, cambiándola para siempre.







[Algo espontáneo, aderezado con mi inquietante debilidad por las miradas]

1 comentario:

Anónimo dijo...

FIRST PRIME ICHI