lunes, 7 de abril de 2008

-Olvidar...
-Qué fácil es escribirlo, ¿eh? Y qué difícil hacerlo.
-Imposible. Yo creo que es imposible.



Creo que olvidar no es cosa fácil. Y que, cuando queremos hacerlo, no lo conseguimos. Me parece que todo lo que olvidamos son cosas sin importancia que pasan desapercibidas a la hora de rebuscar entre los recuerdos. Por eso mismo dejan de estar presentes en nosotros, porque somos capaces, sin darnos cuenta, de apartarlos a un lado y no reparar en ellos en mucho tiempo. Y que lo que de verdad queremos olvidar, esos arañazos que siguen supurando melancolía de vez en cuando, permanece allí. En nosotros, permanece en nosotros. Y que con el simple hecho de saber que tenemos que olvidarlo estamos rememorándolo, condenándonos al recuerdo eterno y a medias, a querer deshacernos de algo que nosotros mismos estamos perpetuando.

De todas formas, sí creo firmemente en el bálsamo que ayuda a mantener al olvido lo suficientemente cerca para que los arañazos vayan sanando y apenas tire la piel cuando pensemos en ellos. En que podemos llegar a ser fuertes y capaces de soportar. Y que existen pilares en los que apoyarse si flaqueamos o nos dejamos llevar por la incertidumbre de la negación del olvido a nuestras plegarias.

Sabes que puedo metamorfosearme en pilar para aguantarte si amenazas con caer. También debes tener presente que, para ti, puedo ser cualquier tipo de bálsamo que te ayude a seguir adelante. Soy capaz de respetar tu silencio y tus puntos suspensivos, de guardarme las conjeturas que me invaden cuando escudriño tu rostro e intuyo, casi al instante, lo que te pasa. Sé que a veces te incomoda que sepa leer en tus ojos oscuros, también sé que adivinas cuándo en los míos se refleja una ligera decepción si sigues callada. Pero debes saber que es momentáneo, que estoy dispuesta a decir cualquier disparate si de premio voy a conseguir tu risa y la respiración agitada que te caracteriza en esos momentos.

Puedes mirarme, amiga mía. Puedes confiar en que, si es preciso, conseguiré que el olvido tome otro nombre. Siempre y cuando tu sonrisa siga poniéndome nerviosa cuando no quiero que sonrías, cuando me hace falta que lo hagas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...dicen que, los recuerdos dolorosos, esos que reabren una herida cerrada tiempo atrás, son dolorosos porque recordamos un dolor en el tiempo presente que ya ha pasado, los llamas "traumas", que en griego significa "herida". Un proceso traumático es un proceso doloroso.

Es inevitable pensar en la herida cuando ves una marca en la piel, una cicatriz pero aunque cueste, tienes que recordar que fuiste fuerte como para cerrar esa herida, ¿para qué dejar que se abra?

"Es mejor caminar que parar y ponerse a temblar" (¿Te gusta Revolver?).

Un saludo.