lunes, 11 de mayo de 2009

Es consciente de que todos tenemos secretos propios, que sólo conocemos nosotros, y nadie más. Pero no conocía la angustia extraña de mantener uno entre las costillas y no poder dejarlo escapar porque las circunstancias no son propicias, porque alguien se lo pidió. Siente las palabras trepando lentamente e incluso las ensaya y las dice en voz baja pero sabe que no van a salir porque quiere seguir manteniendo la honestidad que se otorga y que no quiere perder.

Pero es tan difícil. Tan violento este círculo de explicaciones que no venían al caso pero que vinieron y que de pronto le abrieron una luz porque el entendimiento se vio saciado pero la confusión volvió a oscurecerlo y ahora no sabe cómo debe actuar exactamente.

Sabe qué son los secretos, sabe también que son secretos porque no se comparten, pero también tiene aprendido que depositados en confianza siempre ayudan. Porque anhela unos brazos que digan "te comprendo", o unas palabras cuerdas que planten la tranquilidad en el agujero que se está formando en su alma. Laberinto de indecisiones en cuyo centro se aloja el por qué a él. Y no a otro.

Por eso ahora está sentado en lo más alto del edificio contemplando la ciudad que se va durmiendo poco a poco; hace una noche maravillosa. Y en sus párpados, inmóviles y atentos, siente un cosquilleo que no remite y que no le resulta agradable. Siente desde su pecho, incansable, el aleteo incesante de los secretos.

2 comentarios:

Anónima :) dijo...

"Tan violento este círculo de explicaciones que no venían al caso pero que vinieron y que de pronto le abrieron una luz porque el entendimiento se vio saciado pero la confusión volvió a oscurecerlo y ahora no sabe cómo debe actuar exactamente."


Me encanta. Todo el texto en sí, pero esa parte... no sé, me gusta de manera extraña :)



Siento que haya desaparecido tanto por aquí, con lo que me gusta leerte *-*

Besazos, Soñadora :)

Soñadora Empedernida dijo...

Esto ya te lo dije un día, pero ayer pensé en ti. Me alegra tanto verte de nuevo :)