viernes, 19 de febrero de 2010

-Se debe creer que soy estúpida. Pero no. No y no. Le he visto mirando a mi novio y sepa usted que no va a quedar así. ¿Por qué tendría que callarme? Hasta he sentido el deseo que supuraban sus heridas de loca enamorada, vamos a ver. ¡El deseo! ¡Mientras yo lo cogía de la mano! Pero, bueno, ¿usted cree que es normal? Me ha faltado al respeto como mujer y como persona, ya que era patente que estaba conmigo. ¿No ha visto sus besos? ¿No se ha fijado en cómo me mordía la mejilla mientras me cogía de la cintura? Es evidente que no. Porque, si no, ¡qué clase de persona sería usted! Dígamelo. ¿Qué clase de persona es usted? ¿Eh? Compréndame. No puedo dejar que se vaya de rositas, se dice así, ¿no? De rositas. Pues eso. Ahora me tendrá que pagar lo que ha estado haciendo con esa sonrisa de puta en los labios. Es mío. ¿Me entiende? Mío, joder. Es sólo mío, y no tolero que sus ojos lo embadurnen de lascivia. De esa lascivia maldita que desprenden sus caderas. He visto cómo la miraba. ¡A usted! ¡Mientras yo lo cogía de la mano! Qué bochorno, qué ridículo más grande, qué pequeña me he sentido. Y usted, mientras tanto, exhibiendo sus labios, como una ninfa. No y no. No puedo dejar que se vaya. No y no.

La miro. Estupefacta, al borde del desmayo porque estoy que me muero de pánico. Morirme de verdad. Miedo de verdad. No he entendido sus palabras pero puedo imaginarme a qué se refiere. Lo cierto es que nunca habría pensado que pudiera pasarme algo así. Dios mío, no he pasado tanto miedo en toda mi vida. Ni en las colas interminables ni en la respuesta definitiva de los cástings. Voy a morir, aquí, ahora, y con tanto por delante. Voy a morir. Lo sé por su mirada enloquecida, y por el cuchillo que mueve nerviosa entre las manos.

¿Qué le contesto? ¿Le digo que sí, que no? Por el cielo, no tengo ni idea. Sólo quiero vivir. No me mates. No era yo. Esa no era yo, sólo era mi cuerpo. Por favor. Estás demasiado desequilibrada para entenderme, pero no puedo morir. Si me entendieras. ¡Cómo puedo explicarme! Voy a morir. Preferiría morirme de pánico que sentir el afilado filo de sus pestañas mientras me siega el aliento. Por favor... Yo no sabía que esto fuera cierto. Encontrarme así. Después del estreno de mi última película, con su novio enamorado platónicamente de la chica a la que yo interpretaba.

3 comentarios:

Nada más importa dijo...

Sublime!
Perfecto!
Precioso!
Increible!
Excelente!

En verdad que gran texto.
Y un final inimaginado!

Muchisimos besos!

Euforia dijo...

Me ha encantado! :) Hay que admitirlo,somos bastante celosas :)
te invito a mi Palacio de Cristal! Eres bienvenida! :)

Tejedor de sombras dijo...

Los celos matan. Hay que saber controlarlos y guardarlos en un pequeño desván.

Un abrazo!