lunes, 8 de noviembre de 2010

He vuelto a mi segundo cuarto, en el que paso mi vida de estudiante, y las arrugas de las sábanas estaban intactas. También la posición de la almohada, ligeramente contra la pared, y todos los objetos que dejé encima de la cama para que no siguieran esparcidos por el suelo. Se me ha caído un suspiro sin quererlo cuando he visto los restos de la merienda del viernes, y me he acordado de ti en mi mundo de aquí, tan extraño, con tu sombra proyectada en la pared haciéndome sentir viva. La lucha de cuerpos desnudos que desempeñamos y que acabó formando todas esas arrugas en las sábanas, las mismas que he visto esta mañana.

Al entrar en el baño me he encontrado también la ducha tal cual la dejaste, después de que terminaras de eliminar de tus músculos el jabón y yo me secara rápidamente porque me moría de frío. Tú decías que hacía calor.

Lo estaba deseando desde hace mucho tiempo, pero ahora qué difícil me resulta la separación de mis mundos otra vez. Y es que me encuentro con que aún es lunes, y con el recuerdo de uno de los fines de semana más maravillosos que recuerdo. Contigo, mi mundo de allí, unido a mi mundo a regañadientes de aquí. Las escaleras del metro con tus labios acercándose a mi pelo mientras subimos o bajamos, o yo revolviéndote el pelo porque sé que te gusta.

Y, ahora, un lunes sin ti. Doliéndome tu ausencia y deseando el bálsamo mágico que me cura. Contando los segundos.

2 comentarios:

Nada más importa dijo...

Es como si al leerte, yo estuviera con vos...

Besos!

Euforia dijo...

¡Menudo bálsamo! :) entre la lucha entre las sábanas, la ducha y los besos... No dudo que fue uno de los mejores fines de semana. Pero, se puede repetir,¿no? :)

Un beso enorme, Soñadora