domingo, 19 de junio de 2011

Creo que uno de nuestros mayores errores a la hora de buscar a alguien que nos complemente es que buscamos la perfección que nos aplicamos a nosotros mismos, sin ver que un complemento es algo que se suma a otra cosa para hacerla plena, íntegra. Aun así yo no aprendo. Sigo buscando que, como yo, te intereses por todas mis palabras y me descorazona el hecho de comprobar que me leen más las almas más cotillas y rencorosas -la generalización en plural es un signo de respeto, más que de otra cosa-, que se meten con más asiduidad a este rincón, que tú mismo. Como siempre. Ese siempre que conlleva que, en realidad, nunca te han interesado con la misma pasión mis palabras. O la información que pudieras hallar en ellas.

Anoche me dije que confiaba en la sensación con la que me despertara hoy. Sin embargo, respecto a esa determinación sólo he sentido un inmenso vacío al comprobar el móvil y el ordenador, aparte del dolor que late cada segundo en mis venas porque estoy destrozando a alguien que no se lo merece en absoluto. Alguien que, como dato curioso, sí se interesa con pasión casi enfermiza -como yo- en casi todo lo que escribo.

En teoría yo no estaba perdida. No podía estarlo. Mi situación no era comparable, ni lo es, a la de aquellos a quienes estoy dañando y mi integridad física y mental era un hecho que todos llevaban en la boca. En teoría. Porque no hago más que sentir que me choco contra las mismas paredes, a pesar de las cicatrices de anteriores golpes, sin haberme aprendido todavía el camino correcto.

1 comentario:

Trid dijo...

La vida me ha enseñado que a veces es necesario chocar contra unas paredes para darse cuenta que va por mal camino, y, yo creo que es mejor chocarse que, seguir el camino el cual puede que pienses que es el adecuado y cuando llegues al final te des cuenta de que no debías seguido por ese camino.

Por eso creo que chocarse a veces no es malo.