martes, 26 de julio de 2011

Un día me compraré un coche e iremos juntos a cualquier sitio. O tal vez nos lo compremos los dos, o te lo compres tú si tienes suerte. Yo reservaré unos billetes baratos, porque sé que quieres viajar, y no importará el destino sino que cojamos ese avión y aterricemos en cualquier parte que se rinda a que la descubramos. Te hablaré en inglés y en francés para hacerte pensar, y tendremos largas conversaciones estúpidas en las que nos corregiremos los fallos y nos reíremos con su traducción directa en nuestro idioma.

Iremos a cenar al menos una vez a la semana. A veces compartiremos plato y otras veces no, pero siempre probaremos de lo que coma el otro a no ser que no nos guste. Tú pedirás de postre algo de chocolate y a mí me dará igual con tal de verte comértelo lentamente, para que no se acabe nunca. Un día no acabaremos nunca.

Un día no te soltaré y no tendrás derecho a quejarte porque tú estarás igual y ya no tendremos ningún remedio conocido. No nos dará miedo hablar de nada y me contarás todas tus ideas aunque sean alocadas, siempre y cuando quieras escuchar las mías. Alimentaremos las suelas de nuestras botas con cualquier calle, conocida o no, y se nos borrarán las huellas dactilares de caminar cogidos siempre de la mano. Discutiremos, pero siempre acabaremos las discusiones porque a uno de los dos le entra la risa, y si hay lágrimas las usaremos para limpiarnos las heridas mutuamente.

Un día podremos hacerlo... Un día te conoceré y seremos así. Nos trataremos como si nos hubiéramos echado de menos siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Cómo ibas a adivinar que podía hacerte daño alguien que era irreal?