viernes, 26 de agosto de 2011

De noche el mar es más inmenso. La escasa iluminación en este pequeño pedazo de civilización en esta isla salvaje me brinda un cielo negro, perfecto. Tan perfecto que no se llega a distinguir su rotura contra la gran masa salada, y acaba difuminándose hecho espuma, entre la negra arena volcánica. Por un momento siento que estoy en un paraje mágico y desolador a la par; mi sitio... Un sitio donde podría estar tranquila para siempre, justo en la línea imposible que no conaigue separar el mar del cielo en la madrugada.

1 comentario:

Nada más importa dijo...

Que hermosa manera de escribir.
Una belleza de descripción.

Extrañaba leerte.

Besos!