miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cortesía se da entre dos personas que no han alcanzado una intimidad suficiente, pero que de alguna manera les gustaría. En personas educadas, que no olvidan dónde debe ubicarse el respeto y que, también, si surge, podrían tener una relación más agradable con esa otra persona. Eso es cortesía, a mi entender. Cortesía en relaciones recientes y a punto de llegar a su mejor momento, o en relaciones recientes que no llegarán a nada.

No puede existir cortesía entre dos personas que se han destrozado mutuamente, sobre todo si las últimas palabras que se dedicaron estaban llenas de veneno. Si se perdió el respeto en el momento del dolor hecho a conciencia, y una decisión autoimpuesta perjudica confusamente a una de ellas y la otra insiste en que lo que le toca hacer es callarse, aunque no entienda. Ahí no puede haber cortesía. No al menos en este tiempo que todavía tiembla con las heridas; sobre todo si hay heridas que se sabe que no van a dejar de sangrar y que las cicatrices van a estar visibles siempre.

No me lamento de ello... Puesto que tal como viene esta tristeza se irá. Funciona así; al menos a ella la entiendo. Has optado por lo que siempre dijiste que no optarías. Te fuiste con las manos llenas de cuchillas, después del último abrazo letal... que ni siquiera existió.
Toca mantenerse fuerte. He mantenido más silencios de los que piensas, a pesar de que sea más cómodo pensar que estoy bien porque sí, y que no me interesa comprenderte. Si tú hubieras comprendido a su debido tiempo, las cosas serían diferentes... Al menos no estarías en mi memoria como un recuerdo borroso, agridulce. Ni siquiera la imagen de tu sonrisa en mis adentros me parece sincera.

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