jueves, 19 de enero de 2012

Alguna vez, todos, hemos soñado con grandes historias. Hemos movido los mecanismos de nuestras mentes que dibujan imágenes, nos convierten en protagonistas de esos sucesos. Fantaseamos con historias de amor, con esa big love story que nos vaya a ocurrir solamente a nosotros. No es más que el reflejo de un ansia, un anhelo que llevamos pegado a la piel incluso si no queremos admitirlo.

Pero el que alguna vez ha estado ahí lo sabe. Cuando ocurre, no es grandioso. No se dan grandes números ni citas románticas que no olvidarás nunca. Claro que no lo olvidarás nunca, pero no por el lujo o la originalidad o los detalles de película. Cada momento se convierte en el guión de una historia pensada y creada para que sea especial.

Se nos hincha el pecho al saber que tenemos a una persona a quien querer y quien nos quiere. Que esa persona nos está viendo crecer y está moldeando ese crecimiento con el sencillo -y uno de los más grandiosos que poseemos- sentimiento de amarnos. Es cuestión de matices. Nos cambia la mirada, la sonrisa, hasta el más visceral latido del corazón terrenal se torna diferente. Tener a alguien es sentirnos completos, cobrar el sentido que nos falta cuando nos hallamos solos. Y no es negativo, solos somos como vinimos al mundo, pero amar es un sentimiento primigenio que nos hace afortunados sean cuales sean el resto de nuestras condiciones.

Es un matiz mínimo y sustancial. Un capítulo añadido de una historia que de repente no controlamos sólo nosotros. Es imprimir un nombre a nuestros actos, uno que no es el nuestro, dedicar inconscientemente cada respiración a una figura ajena pero que sentimos parte de nuestro ser. Es conocer que has querido, pero no de esa manera. Escapa a nuestro control, y probablemente a nuestro entendimiento.

Soñamos con grandísimas historias. Es uno de los daños colaterales de la literatura, el cine y tantas otras multiplicaciones de la realidad. Soñamos con unos ojos en los que se refleje ese sentimiento tan humano y diferencial, esa ternura sorda que, atenta, nos cuida porque si falla fallaremos los dos. Una complementariedad cruel, pero única. Algo que todavía muchos no conocen, y algo que los que ya lo hemos conocido confiamos en recuperar un día. Amar, en sí mismo, es ya una gran historia. Una big love story.

2 comentarios:

Brenda Velásquez dijo...

Me encanta tu blog te sigo, sigueme en http://www.princesailusa.blogspot.com/

yume dijo...

Siempre es agradable encontrarse entradas tuyas, ademas esta en concreto me ha inspirado un poco. No dejes de escribir