jueves, 17 de mayo de 2012

Yo me sentaba en las primeras filas y él, repetidor de cursos, en las últimas, excepto en Química, que si apuraba mucho se sentaba en segunda. En clase yo no despegaba el culo del asiento y él en los recreos no podía separar sus dedos del canuto de turno. Así pasaban esos tediosos meses del bachiller hasta que, el mundo no es tan grande al fin y al cabo, nos percatamos de que vivíamos en la misma calle. En la misma. Apenas a unos números de distancia. Nos juntaron las noches de fiesta y me acuerdo de sus ojos la primera vez que me vio entre humo o burbujas. Decían, ¿esa eres tú? y yo me reía contestándole que aunque era una friki en clase la vida no sólo constaba del instituto.

Han pasado ya dos años y sigue siendo curioso cada vez que alguien llama al timbre sobre las cuatro de la tarde y ya toda mi familia sabe que eres tú. Bajo a la calle, nos sentamos en el banco de siempre y vemos la gente pasar mientras hablamos, o a veces ni eso, y renovamos las risas y las anécdotas. Yo en Madrid, tú trabajando, contándonos a quién vemos y qué está siendo de aquel otro, pero siempre ocupando el mismo banco, quejándonos de los cuarenta grados de verano o de los cero de invierno. Que si no me llamas, que si ahora soy una pija de la capi, que si deja de fumar de una vez. Hay decenas de personas a las que no hemos visto desde la última clase de bachillerato, pero sin embargo nosotros ahí seguimos. Esa extraña y agradecida mezcla. La chica de la primera fila y el bad guy, que no era tan bad guy después de todo. Con las noches de tequila como marca, y los ratos que poco a poco vamos acumulando.

Me gusta decirlo y es como mejor te defino. Algunas cosas nunca cambian. Aunque te he dado momentos malos y no tan malos, esa media hora cada ciertas semanas, que no importan cuántas sean, porque siempre volvemos al mismo banco justo antes de que yo te haya hecho esperar porque seguía en pijama. No cambia el timbre, y las mismas palabras de mi madre.

- Elena, ¿esperas a alguien?
- Será Pichi, mamá.

1 comentario:

Trid dijo...

Esto me recuerda a la típica película americana, que la empollona se queda con el guay...
Si realmente son buenos amigos, las cosas no tienen por qué cambiar a pesar de estar cada uno por su lado