viernes, 3 de mayo de 2013

Antes no lo hacía; pero porque no me daba cuenta de que a veces es necesario. A veces me es necesario pararme a pensar y reconciliarme conmigo. Cuando noto la cercanía de la angustia o la rabia freno mis mecanismos porque ya sufrí demasiado y prefiero quedarme en silencio. Antes apenas me abandonaba al silencio y no hay mejor manera de escapar de estos ratos de esquizofrenia.

He de recordarme a mí misma, una vez más, que en esencia, si me despojaran de todo cuanto conozco, de todos cuanto conozco, sólo quedaría yo misma. Y por eso debo pararme y cuidar mi espíritu, porque al final todo se reduce a él. Todo. Hace meses aprendí que lo más importante es mantenerme sana mentalmente e íntegra, y simplemente de vez en cuando he de recordármelo a conciencia para no caer en una desesperación absurda por una persona que no soy yo.

No.

Entonces tengo que parar.

Cada uno es dueño de sus actos y por eso yo debo remitirme a los míos. Únicamente. Me costó mucho aprehender que mi vida es la única vida que me corresponde. Cuando ya no quede nada, cuando vuelva a no quedar nada, o cuando yo sienta la nada adentro, sólo quedaré yo misma. Ni siquiera seguirán está habitación y esta cama donde acabo siempre sentada mientras me reconcilio conmigo misma. Ni siquiera eso, que ahora parece tan inherente.

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