lunes, 22 de agosto de 2016

Hoy he tenido un sueño que ha hecho que me despertara con la idea fresca en la mente de que cada vez me cuesta menos romper con el pasado. Hace años me era muy difícil, pues era de las que se aferraba con melancolía a cualquier detalle que tenía los días contados y así me dejaba las uñas. Pero llega un momento en el que uno comprende que hay lastres que hay que soltar con naturalidad, para seguir hacia adelante. Sobre todo si está en juego cierto porcentaje de salud mental.

Cada vez me cuesta menos romper con el pasado, y no lo digo en su sentido más peligroso, pues el resultado no es que de repente desprecie todo lo vivido y siga la carretera con el piloto automático puesto sólo para no pensar en las curvas que dejo atrás. No es eso. Más bien es que cada vez me cuesta menos separar lo importante, aislar lo que no merece la pena conservar y soltarlo como quien tira una botella de vidrio vacía a la inmensidad del océano. Así que sí, tal vez tenga que modificar la frase y añadirle un detalle para que quede así: cada vez me cuesta menos romper con el pasado sobrante.

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