viernes, 1 de diciembre de 2017

Lastre.

- Gracias por venir.
- ¿Qué querías decirme?
- Llevo varios días sin poder parar de pensar en ti. Creo que ya está aquí, que ya es el momento. Lo he pensado mucho, y... Ya lo noto en mi espalda.
- ¿En tu espalda?
- Sí. ¿No has visto mi cuello? Ya no está tan hundido. ¿Ves mi barbilla?
- No entiendo nada.
- Ya... Pero ya no me interesa que me entiendas. ¿No lo ves? Ya me da igual.
- Pero no fue eso lo que me dijis...
- Te mentí.
- ¿Qué?
- Que te mentí.
- ¿Por qué? ¿No dices siempre que nunca mientes?
- Lo sé.
- ¿Entonces?
- Es curioso... Pero sé que hay un momento en el que las personas pasan a darme igual. No lo sabía pero me he dado cuenta contigo.
- ¿Pero qué dices?
- Sí. Hay un momento en el que me vuelvo como... robótica. Entonces me da igual mentir, decir a todo que sí y sonreír como si fuera un cadáver, porque esa persona ya no me importa. ¿Comprendes?
- ¿Para esa mierda me has hecho venir? ¿Para decirme que te doy igual?
- Sí y no. En parte sí, pero también quería que miraras mis hombros.
- ¿Por qué?
- Observa qué ligeros caminan. Es porque por fin estoy soltando lastre. Me estoy deshaciendo de ti.

2 comentarios:

R dijo...

Qué directo e intenso, y a la vez liberador. (Ö)

Soñadora Empedernida dijo...

Rethor...
(L)