Se abraza al traje angosto y frío, de hierro poroso poblado de cráteres de viruela, aleación de carne y metal, pegada a él, como si le auscultara el corazón o buscara el mar en una caracola, mientras en sus cabezas suena una melodía de juguete antiguo, de caja de música olvidada en una estación de tren, que les invita a bailar en la frontera de una baldosa, una baldosa inexistente y un compás imaginario, en una combustión de cariño y energía que desafiaba al tiempo y a las leyes naturales, la superación de un hombre que no quiso obedecer, insumiso ante la dictadura de la muerte, atrapado en el cuerpo de un buzo noctámbulo llamado Otto en el Canal Imperial de Aragón.
Una vida en porciones es mejor que el olvido.
Otto, de Leyendario: Monstruos de agua.
(Óscar Sipán Sanz y Óscar Sanmartín Vargas)