miércoles, 31 de diciembre de 2014

martes, 23 de diciembre de 2014

De pequeña me aterraban los silencios. Ahora reflexiono y pienso que tendría más sentido que me aterrara más lo que venía después; sin embargo creo que después el miedo se mezclaba con la alarma, la impotencia y los deseos de que todo eso acabara. Con los años ese pavor por los silencios se ha ido convirtiendo en una aceptación tácita. Los he, los hemos, asimilado como parte del todo: de los días, del hogar, de la vida, que se suele decir. Aparte, ya no suelen sucederlos tormentas. Ahora son signo de resignación y de cansancio, e incluso de exasperación y resentimiento. Ya no son como ese silencio que debe de reinar en el océano cuando va tragando sosegadamente agua hacia adentro y la suelta en una ola devastadora y brutal que puede llegar a ser letal. Ahora son más bien como el sonido de una lluvia fina que cala a pesar de su levedad cuando impacta en la superficie marina. Siguen sin gustarme, pero ya no me aterran. Cuando me paro a meditarlo no puedo evitar preguntarme si es mejor ese miedo trastornado o esta mansedumbre infecta y triste.

No sé contestarme. O tal vez me niegue a hacerlo.

martes, 16 de diciembre de 2014

¿Todas las musas eran mujeres?

No.

Me lo dicen tus manos de vivencias agitadas y ternura desenterrada. Tus ojos de oscuridad latente que es combatida por los retazos de infancia que hoy son vida. Que son luz.

Me dicen que no. Que sólo es una convención.

Encuentro esa respuesta en el olor de tu ropa cuando estás lejos y en la visión de tu camisa en el respaldo de la silla de uno de nuestros hoteles cuando a media noche abro un ojo desorientada y al verla vuelvo a dormir tranquila. Me lo dicen mis ganas de contar historias, de coger todo el sentimiento, alimentarme de su electricidad y conducir su corriente por mi sangre, mis nervios, mi piel, mis ganas de ti, hasta mis dedos y sacarlo afuera, arrojarlo, darle forma, amasarlo sin dejar de conservarlo dentro. Salvaje. Natural. Nuestro.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Murph Brook

Hay días
y
días.

Ganas del de después.

Él ya no sale a fumar. Habrá sucumbido a la presión social o le habrá hecho caso a su hermana, que siempre le hablaba de lo amarillos que se le estaban poniendo los dientes y de que así iba a espantar a los alumnos, o igual se levantó un domingo y dijo A tomar por culo, voy a fingir que los domingos sirven de algo, o tal vez ha conocido a una mujer que puede hacerlo feliz y no quiere darle besos con lengua que le sepan a ceniza. El caso es que ha debido de dejarlo, porque ya no sale a fumar.

Ella ya no puede observarlo en la puerta de la universidad o fingir que se ha dejado algo para volver a entrar al edificio y saludarle con una sonrisa tímida e intento de me-has-pillado-despistada y acto seguido respirar y pensar que aunque odie el tabaco de sus labios el humo parece que sale más limpio. Habrá sido la puta presión social o la pesada de su hermana, no lo sabe, pero todos los días se decía que si al siguiente estaba ahí, fumando, se pararía para hablar con él y achinar los ojos con el humo del cigarro.

Pero ya no está. Ha debido de dejar el vicio, privándola a ella del suyo, porque ya no está en la puerta, como un centinela que se alimenta de nicotina a ratos, más o menos cada dos horas, o tres si tenía dos clases seguidas. Y ella no sabe por qué ha dejado de fumar, si el último día que lo vio pensó que iría hasta él, le pediría un piti y diría Acabo la universidad en dos semanas, vamos a echarnos uno juntos para celebrarlo.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Jabón.

Las sombras en los azulejos conversan. En el baño no se escucha nada más que el fluir del agua de la ducha y algún suspiro entrecortado, pero en las baldosas las espaldas de esas dos siluetas oscuras hablan, comparten, se nutren la una de la otra. Al movimiento leve de acercamiento y abrazo de los hombros se une cadenciosamente el contorno de sus cabezas, que chocan, se alejan, se besan y se agitan al tiempo que al agua caliente provoca vapor y las figuras se difuminan, pero no dejan de buscarse.

La luz recorta esos cuerpos oscuros sobre los azulejos del baño. En un baño diferente, distante de todos aquellos que únicamente se centran en un poco de jabón.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Presente.

Si miro a mi alrededor, se calienta mi alma.

Las nubes negras
siempre me guían
a un lugar
al que llamar
h o g a r.

jueves, 4 de diciembre de 2014

En el colegio nos dijeron que si estudiábamos todo iría bien. Ahora sé que fueron las palabras equivocadas. Mis escasos escarceos con eso que los que te sacan algunos años siempre llaman "el mundo real" me han enseñado que, por lo general -siempre hay maravillas-, no "va bien" para el que más estudia o el que más trabaja, sino para el que pasa por el sitio indicado en el momento indicado, el que llama la atención o para aquel a quien pueden enchufar.

Trescientas personas peleándose por una beca que les dará quinientos euros al mes -cantidad con la que muchos están dispuestos a vivir- no es que las cosas vayan bien. El día que conocí a una becaria de Cadena Ser en Zaragoza de casi 30 años lo tuve más presente que nunca: todo no irá bien. Estudiar ya no te da trabajo, esforzarte ya no te asegura pagar el alquiler, luchar por conseguir tu propia vida ya no te permite tener una.

Tal vez sea infantil pero en días como hoy, largos y cansados, no puedo evitar sentirme dolorosa y egoístamente engañada: nadie en el cole me dijo qué debía hacer con toda esta desidia.

martes, 2 de diciembre de 2014

Espejos.

Te tengo. Veo en el reflejo del cristal tus piernas enredadas con las mías y no puedo pensar otra cosa que esa. Te tengo. Intento que te lo digan mis brazos, que te rodean todo lo que pueden y de vez en cuando hacen que mi mano pasee por tu pelo y te beso, queriendo llegar a tu mente agitada, meterme en ella y poder así desenredar todos los malos recuerdos y las experiencias negativas que hacen que tu mirada se pierda y a veces tiemble, herida de esa falta de luz.
Estoy aquí para demostrarte -demostrarnos- que esa luz existe y si en ocasiones bizquea estarán mis piernas con las tuyas, desnudas, calmándose después de una tormenta, contigo de espaldas, y yo detrás de ti, sujetándote, sujetándonos, mirándonos en cada espejo que podamos encontrar. Me fijaré en nuestro reflejo mientras pienso que, irremediablemente y sin vuelta atrás, te tengo.