Te tengo. Veo en el reflejo del cristal tus piernas enredadas con las mías y no puedo pensar otra cosa que esa. Te tengo. Intento que te lo digan mis brazos, que te rodean todo lo que pueden y de vez en cuando hacen que mi mano pasee por tu pelo y te beso, queriendo llegar a tu mente agitada, meterme en ella y poder así desenredar todos los malos recuerdos y las experiencias negativas que hacen que tu mirada se pierda y a veces tiemble, herida de esa falta de luz.
Estoy aquí para demostrarte -demostrarnos- que esa luz existe y si en ocasiones bizquea estarán mis piernas con las tuyas, desnudas, calmándose después de una tormenta, contigo de espaldas, y yo detrás de ti, sujetándote, sujetándonos, mirándonos en cada espejo que podamos encontrar. Me fijaré en nuestro reflejo mientras pienso que, irremediablemente y sin vuelta atrás, te tengo.
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