sábado, 29 de septiembre de 2012

Sólo alcanzo a musitar que ahora es cuando la distancia duele más. Porque comienza siendo una constante para mutar en circunstancias como estas a una completa sensación de inutilidad. Quiero estar ahí aunque no pueda hacer nada, aunque parándome de pie donde he estado siempre sólo me salga dejar a la rabia precipitarse a través de mis ojos. Aunque ya no sepa de dónde sacar  las fuerzas y el universo se torne de repente un ser huraño y cruel. Prefiero eso a coger un autobús en silencio y que cada kilómetro que me aleja del problema sea una astilla que me infecta más y más la herida. No me importa el silencio que va a cumplir ya 21 años; me importa no estar ahí ofreciendo mis pupilas, titilantes, para que bebáis de ellas como yo bebo siempre -siempre- de las vuestras.

Aquí en Getafe no salgo de la espiral de susurrarme que no es justo. Que quiero que se acabe ya este fantasma que nos ha acosado siempre y que nos acrecienta el dolor cada vez que se alza inabarcable y nos engulle. Una y otra vez. Cuando lo que debería hacer es estar ahí. En pie, como siempre, aunque el alma implore caer de rodillas y rendirse ante esta reiteración tan dolorosa. Sintiendo cada latido como un toque de atención, un recordatorio de por qué tengo esta sangre y no otra. Siendo parte de vuestro soporte. Igual que vosotros sois y seréis siempre el mío.


lunes, 24 de septiembre de 2012

La señal de un beso que debería aterrizar en la mejilla y finalmente acaba en la comisura de los labios.

domingo, 23 de septiembre de 2012

martes, 18 de septiembre de 2012

Eres la persona que mejor me trata del mundo. Que más paciencia tiene. Que más intenta entenderme y apaciguarme. Eres el único que se ha puesto el despertador a las ocho de la mañana para darme los buenos días en un día que se avecinaba difícil. El único que se queda despierto mientras yo veo películas de esas raras mías para hablar conmigo antes de que durmamos.

Te conozco mejor que muchas personas. Puedo bucear en tu mente y saber qué pasa por tu frente arrugada, o interpretar los caracteres de una supuestamente sencilla conversación de WhatsApp para saber que algo no anda bien. Has conocido mis últimos momentos de niñez, mi adolescencia, mi entrada en la vida adulta, mi marcha, mis instantes ancianos. Las tristezas más profundas que me han asolado y te han hecho decirme Voy a pillar dos litros, y nos vamos esta noche al parque. Mis ratos de euforia, mis primeras veces, los dolores de corazón que siempre llevaban el nombre de Otro.

Formas parte de mi existencia de esa manera que casi sentimos inherente a la propia respiración. No quiero que nada te duela, y ojalá pudiera hacerte el hombre más feliz del universo. Porque eres un hombre, a pesar de tus reflejos de niño en tus ojos azules; un hombre que me abraza con sus casi dos metros de una manera que me hace sentir eternamente segura. Te quiero de esa manera que sé que va a durar siempre. Siempre. Porque eres consustancial a mí y a mi recuerdo como sé que lo serás al resto de mis días, de una manera u otra.

Eres la persona que mejor me trata del mundo. Y ojalá yo pudiera ser lo que esperas, lo que gritan tus adentros, lo que es imposible de construir forzando el mecanismo. Ojalá, pero, pase lo que pase... Espero que no me sueltes nunca.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Mis caminos a casa son distintos. Hace poco más de un año volvía atemorizada, mirando en todas direcciones, con paso inseguro pero rápido. Ahora ya lo hago más calmada. Ha pasado el shock inicial. El impacto inicial. El hueco que se abrió en mi mano cuando resultó que tenía que caminar sola. Sin unos dedos largos y ásperos a los que aferrarse como protección. Me tuve que acostumbrar a recorrer el camino de madrugada hasta mi casa de manera incompleta, susurrando pensamientos vagos en mi mente, sin una conversación que la llenara. Ahora ya no me da miedo. Se ha convertido en algo rutinario. En una constante. Ya me he acostumbrado a dejar de volver acompañada, que no a tener que volver sola. Como supongo que se acostumbra el alma a días como este. Tímidos, a ratos vacíos, lejanos, repetidos. Sin apenas esa esencia que antes me mantenía llena de vida.

sábado, 8 de septiembre de 2012

- Qué bien hueles. ¿Qué colonia llevas?
- Una de verano que me gusta mucho.
- Qué curioso...
- ¿Por? ¿Es la misma que la tuya?
- No. Porque vas perfumada de verano y sin embargo siempre eres invierno.