sábado, 13 de abril de 2024

Las fechas.

Podría hablaros de los detalles que recuerdo con una claridad inquietante. Podría deciros: era jueves, eran las once de la noche, yo estaba de pie en mi salón, con A. mirándome desde el sofá. Podría añadir: cuando A. se marchó después de preguntarme si quería que se quedara conmigo y le dije que no, la puerta se cerró y no sabía dónde estaba, así que llamé a mi madre a pesar de las horas intempestivas.

Podría reconstruir esos días, pararme en cada elemento, hablar de la música que escuché, de todos los momentos y lugares en los que lloré sin consuelo y rota para siempre. Lo primero que escribí en mi cuaderno fue: "El dolor del duelo por perder a alguien es extraño". Las palabras apenas salían. Darle forma era imposible. Sigue siéndolo.

Podría pasarme toda la mañana desgranando los recuerdos, poniéndolos en fila, obsesionarme con todo ello y que este texto no terminara nunca. Pero ninguna de esas acciones te traería de vuelta. Así que miro nuestra foto enmarcada, la única que todavía no he empaquetado, y me concentro en pensar que seguiremos brindando y bailando por ti y por la huella que nos dejaste. Y que yo seguiré aquí, defendiendo este lugar tan adentro que guardo solo para ti, al que a veces me asomo y en el que lucho por no olvidar tu voz, ni el tacto de tus manos, ni todos los días en este último año en el que he deseado que siguieras tú también aquí y pudiéramos abrazarnos con la calma ingenua y natural de quien asume que ese gesto va a volver a repetirse.