Tus flores siguen fuertes, como hace una semana. Las he traído a mi cuarto, así que que me perdonen tanto desorden. Pero así puedo mirarlas cuando quiero. Y descubrirlas en la penumbra de mi habitación por la noche como dos soles naranjas, con sus casi cientos de pétalos que me recuerdan a las rayas de atardecer que decoran tus iris.
Puede que sigan fuertes para que no te sientas flaquear a ti mismo, por algún tipo de conexión mística que va desde tus dedos de escritor a mi mirada de niña que las contempla ensimismada, notándote en el ambiente de mis días. Para que no flaquees y así no tenga que cargar mi dolida espalda con tu cuerpo; debo acallarla, está como loca por hacerlo, dice que sería capaz de aguantar tu cuerpo mil veces sólo por ser tú. Y yo la creo.
Mi confianza es cuanto puedo ofrecerte, porque mi realismo ya lo conocemos tanto tú como yo, y ahora de eso nos sobra. Creo firmemente que puede salir bien, porque equivocarme en mis determinaciones sería infinitamente menos doloroso que verte a ti dolorido por lo mismo. Por las tuyas. Que no son más que una conjunción hija de puta, si se me permite la rabia, de mala suerte que nos acecha. Estaré loca, pero sé que el sufrimiento se nos verá devuelto cuando contemplemos París desde un sueño de los míos. Que ya no estará hecho de vapor de estrellas, sino que será real.
Y, ¿quién sabe? Puede que entre nuestros cuerpos abrazados se asome una cabeza blanca de orejas moteadas pidiendo un poco más de atención. El mundo será nuestro, como lo es ahora la tristeza. Pero hasta ese momento déjame invitarte a mi cama y dormirnos juntos, así tendré dos pares de soles naranjas que me calienten en esta noche... que parece tan oscura.
Puede que sigan fuertes para que no te sientas flaquear a ti mismo, por algún tipo de conexión mística que va desde tus dedos de escritor a mi mirada de niña que las contempla ensimismada, notándote en el ambiente de mis días. Para que no flaquees y así no tenga que cargar mi dolida espalda con tu cuerpo; debo acallarla, está como loca por hacerlo, dice que sería capaz de aguantar tu cuerpo mil veces sólo por ser tú. Y yo la creo.
Mi confianza es cuanto puedo ofrecerte, porque mi realismo ya lo conocemos tanto tú como yo, y ahora de eso nos sobra. Creo firmemente que puede salir bien, porque equivocarme en mis determinaciones sería infinitamente menos doloroso que verte a ti dolorido por lo mismo. Por las tuyas. Que no son más que una conjunción hija de puta, si se me permite la rabia, de mala suerte que nos acecha. Estaré loca, pero sé que el sufrimiento se nos verá devuelto cuando contemplemos París desde un sueño de los míos. Que ya no estará hecho de vapor de estrellas, sino que será real.
Y, ¿quién sabe? Puede que entre nuestros cuerpos abrazados se asome una cabeza blanca de orejas moteadas pidiendo un poco más de atención. El mundo será nuestro, como lo es ahora la tristeza. Pero hasta ese momento déjame invitarte a mi cama y dormirnos juntos, así tendré dos pares de soles naranjas que me calienten en esta noche... que parece tan oscura.