-Busco lápices acuarelables. ¿Tienen?
La mujer me mira por encima de sus gafas de pintora fracasada. Creo que está pensando que vaya tontada de pregunta, ¿cómo no van a tener lápices de acuarela en una tienda de bellas artes? Yo, aún así, nunca he sabido cómo iniciar conversaciones y me ha parecido adecuado ese principio. Me dice que sí y se pone en marcha.
Respiro bien fuerte y me lleno de los colores de la tienda. Es como un pequeño santuario que grita que aquí hay libertad. Imagino a médicos e investigadores viniendo a comprar pinturas para sus ratos de reflexión. Por aquí siento las pisadas de aquella chica que vino a por lienzos y óleos para su estancia en París... y erigió la Torre Eiffel desde sus ojos. Y por allí me viene la ausencia del hijo de aquel fanático de los cuadros, que venía a cambiarles el marco, a comprar barniz.
Mientras la mujer me explica las diferentes opciones de la acuarela me doy cuenta de lo feliz que me siento al haber guardado esta parte de mí y, aunque sea muy de vez en cuando, sacarla a relucir. Me marcho con mi caja de metal llena de lápices bajo el brazo, con ganas de seguir inventando y ponerle color poco a poco. Artista no sé si seré, pero estos sueños de color en mis manos me dan fuerzas si se mezclan con el sol. Es una locura, pero estoy satisfecha. Volveré a dibujar.
La mujer me mira por encima de sus gafas de pintora fracasada. Creo que está pensando que vaya tontada de pregunta, ¿cómo no van a tener lápices de acuarela en una tienda de bellas artes? Yo, aún así, nunca he sabido cómo iniciar conversaciones y me ha parecido adecuado ese principio. Me dice que sí y se pone en marcha.
Respiro bien fuerte y me lleno de los colores de la tienda. Es como un pequeño santuario que grita que aquí hay libertad. Imagino a médicos e investigadores viniendo a comprar pinturas para sus ratos de reflexión. Por aquí siento las pisadas de aquella chica que vino a por lienzos y óleos para su estancia en París... y erigió la Torre Eiffel desde sus ojos. Y por allí me viene la ausencia del hijo de aquel fanático de los cuadros, que venía a cambiarles el marco, a comprar barniz.
Mientras la mujer me explica las diferentes opciones de la acuarela me doy cuenta de lo feliz que me siento al haber guardado esta parte de mí y, aunque sea muy de vez en cuando, sacarla a relucir. Me marcho con mi caja de metal llena de lápices bajo el brazo, con ganas de seguir inventando y ponerle color poco a poco. Artista no sé si seré, pero estos sueños de color en mis manos me dan fuerzas si se mezclan con el sol. Es una locura, pero estoy satisfecha. Volveré a dibujar.
4 comentarios:
Coincidencia.
Hará unos 15 dias compre lapices de esos y quede totalmente maravillada.
Son una belleza, los colores son increibles y resaltan muchisimo mas la calidad del dibujo.
Hice unos cuadritos para regalar a unos sobrinos y quedaron muy lindos.
Tambien adoro dibujar!!!
Besos!
Seguro que dibujas genial. Ya eres artista, de las palabras, y del arte, si quieres serlo, lo conseguirás :)
Me ha gustado mucho cómo nos has transmitido tus sentimientos de la tienda. Cuando entre a una tienda de Bellas artes me acordaré de ti, así como de tu historia! Cada vez me gusta más y más tu blog.
Besos
me encantan esas tiendas, sus colores, su olor...pff me pasaria la vida entera en un sitio asi, el problema es que yo tiendo a dibujar en un solo color asi que tengo que buscar otro tipo de excusa para ir alli xD
Las tiendas de pintura son lugares curiosos... A la que acudo yo es un sitio estrecho pero muy alargado, con poco espacio para caminar entre estanterías, lienzos, cajas de pinturas, etc.
Es otro mundo, donde venden lo necesario para crear otros mundos. En un mundo fabricador de mundos!
:)
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