miércoles, 6 de octubre de 2010

Al salir a correr me han venido a la mente las vueltas a los campos de fútbol sala de esos martes y jueves muertas de calor o muertas de frío. Las que se paraban, las que querían acortar pero el murete no les dejaba, las que se quedaban atrás, Andrés mirando el móvil, las vueltas extra por pasarnos de listas que nunca hacíamos... Siendo unas niñas, y luego no tanto.

Los viernes sueltos, los domingos de partido. El nunca querer jugar y el no querer que me quitaran cuando ya estaba en el terreno de juego. Buscar incansablemente el color azul con la mirada, lanzar lo más fuerte posible el pase, sin que botara. Animar a la portera, darle siempre al empezar el partido un toque en el casco, las risas robadas a la preparación de una falta o la mala leche de cagarla, conscientemente, y saber que ya no había nada que hacer.

Los gritos desde la banda y los oídos sordos cuando Andrés y Alfonso hablaban a la vez y nos decían cosas distintas. Los golpes, las uñas rotas y los cabreos tontos de Miriam o el recelo de Begoña a pasarnos la bola. Los estiramientos del final, cuando estábamos reventadísimas y sólo queríamos ducharnos e irnos a casa.

El frío de enero y el sol inaguantable de mayo. Los dolores, el agotamiento y la ausencia de cambios en el banquillo. Las botellas de agua, que iban y venían, y el temor a caer en el césped corto y afilado, rasgándonos la piel levemente. La desesperación por interceptar un pase, impedir un gol o entrar en el área para que el gol fuese válido.

Tantas cosas... Que me faltan ahora, que echo de menos y se agolpan en mis recuerdos como tantas otras. Cosas que me han venido hoy a la mente, mientras corría y notaba la ausencia del stick en las manos y el césped mullido y mojado bajo mis botas de jugar a hockey.

1 comentario:

Euforia dijo...

He jugado muy pocas veces al hockey, pero me pareció un deporte divertidísimo :) me ha encantado, Soñadora. Me ha recortado a mis entrenamientos de voleibol. Incluso las cosas más insignificantes que no parecen significar nada nos asaltan pasado un tiempo y nos sorprende la fuerza con la que lo hacen.

Genial :) Un beso enorme