Noto los ojos cansados, como si tuviera grietas que me cruzaran los párpados y las ojeras. Es un cansancio de esos mudos, resignado, en el que no cabe ni tristeza ni rabia. Sólo agotamiento. Se acumula en mis hombros cada minuto que paso lejos de casa, en constante espera. Me siento exhausta. A punto de decir esa falacia de No puedo más. Falacia porque siempre se puede más. Aunque la tentación de pronunciar esas palabras es un abismo que me va tragando, a cada segundo de inactividad. Pero debe quedar claro. Siempre se puede más.
A pesar de todo este desaliento añadiría a mis pupilas apagadas los pesares de las tuyas, y a mis hombros todo tu peso, pues ahora todo tu ser se encuentra triste. Me cargaría tu espíritu y tu extenuación, tu mirada vidriosa y tu cuerpo inmóvil tapado con una manta en el sofá. Limpiaría tu rostro de paseos a solas en mitad del invierno y de risas forzadas que no son más que el disimulo de tu corazón roto. Quiero que cojas el mío. Quiero librarte de todo sufrimiento y si eso significa extenderlo por mi propia piel lo haré sin dudarlo. Porque siempre se puede más, y yo hoy quiero poder más, quiero poder con tus ojeras, tu lasitud, tu espalda molida y tus lágrimas amargas. Lo quiero todo para mí. Porque quiero que te muevas liviana, grácil, y que por una vez después de mucho tiempo... seas libre. Puedas decir que te sientes libre.
1 comentario:
Para seguir malacostrumbrándote aquí estoy.
Me gustó, me gustó. Ese segundo párrafo sobre todo, qué bonito :')
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