Los tiempos que nos acompañan y que no caminan al mismo ritmo pueden llegar a ser una putada, pero me quedo con este calor de sentirme tan afortunada, renovada y reconstruida después de salir de un letargo del que me arrojaron con resistencia por mi parte pero que me ha reabierto un mundo que echaba de menos pese a no ser consciente: el mío propio, el de mis ritmos y mis afinaduras, mis pasos y mis suturas, firmes y desordenadas, pero mías.
domingo, 21 de febrero de 2021
viernes, 12 de febrero de 2021
Túnel.
No sé por qué a veces nos empeñamos en conservar algo que no nos da ninguna luz. No entiendo por qué ese afán en seguir agarrando el cuchillo por el filo, apretando bien la mano para que el dolor se equilibre y así parezca mimetizarse con cada latido. Tampoco alcanzo a comprender el pulso detrás de cada vez que esperamos a que aparezca otra persona para dejar marchar a la que lleva cogiendo polvo en un rincón de nuestra memoria -que no pecho- más tiempo del que podíamos imaginarnos. Al final, cabe optar por un golpe sanador y preguntarse: ¿merece la pena seguir cargando este peso?
Es indudable; algo anida adentro, silencioso pero firme: si existe la necesidad de formular esa pregunta, ¿no está acaso clara la respuesta?
Dejé de escribir de ti
y me llovieron las luciérnagas.