Los tiempos que nos acompañan y que no caminan al mismo ritmo pueden llegar a ser una putada, pero me quedo con este calor de sentirme tan afortunada, renovada y reconstruida después de salir de un letargo del que me arrojaron con resistencia por mi parte pero que me ha reabierto un mundo que echaba de menos pese a no ser consciente: el mío propio, el de mis ritmos y mis afinaduras, mis pasos y mis suturas, firmes y desordenadas, pero mías.
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