domingo, 7 de enero de 2018

Hostililandia.

Es bueno tener motivaciones honestas, y menos mal que sí las tengo. Resulta sobrecogedor darse cuenta de cómo influyen las circunstancias para afrontar unas situaciones y otras. Es como si volviera a tener 18 años, pero en un ambiente mucho menos amable.

Con 18 años tenía una ciudad entera que descubrir y que me ayudó a almacenar nuevos métodos para curar cicatrices. Acabé en ella a regañadientes, pero me acostumbré a su aire viciado de contaminación pero también de retos que arrancaba a las luces de las farolas en cada paseo nocturno. Recuerdo un día de enero en el que fui consciente de que podía volver a caminar, y oculta entre las hordas de Gran Vía sonreí con calma, sabiendo que por fin estaba empezando a curarme.

Pero las circunstancias cambian, es obvio, todo es cambio y movimiento. Y me pregunto si me estoy convirtiendo en otra de esas almas apagadas que caminan pegadas al asfalto, con prisa y frustración por no poder dedicarle a este microcosmos pletórico todo el tiempo que merece. Pero, es que... ¿quién tiene tiempo para ello cuando mantener económicamente ese microcosmos se queda con la mayor parte de tu día?

Tengo ganas de seguir esta aventura pero me cuesta mucho más aceptar que tal vez no me lleve a ninguna parte. Entonces, ¿qué estoy haciendo? Vuelve a ser enero, un enero de seis años después, y sin embargo noto el oxígeno diferente. Sabe diferente, a nostalgia y grisura. Pero no es su culpa, en realidad. Sé que yo también camino diferente.

1 comentario:

R dijo...

Que sean los "tal vez" los que te den color, porque una aventura sabiendo el final, no es aventura. Y mejor aún, al caminar de forma diferente, puede que cambien también los puntos de vista, y con ello, vengan descubrimientos molones.
=)