viernes, 29 de diciembre de 2017

Un año.

Me pregunto si, de alguna manera, teníamos que encontrarnos.

Hay tantas cosas que no sé de ti pero apenas importa porque soy plenamente consciente de que esta historia ya ha comenzado, y bajarse en marcha ha dejado de ser una opción. Espero poder descubrirlas conforme vayamos cediéndonos territorio y explorando otros recovecos de los surcos que vamos dejando detrás de nosotros. Hay algo en tu forma de mirar que tal vez hace doce meses evité pero ahora se ha convertido en un elemento más de mi esqueleto vital.

Lo siento en las costillas, en la tripa y en el pecho. La falta de ti. El vacío que dejan tus manos. La ausencia de tu cabeza echada sobre mí, para que yo pueda acariciarte el pelo y respirar, con calma.

¿Lo habríamos podido imaginar hace un año? Seguramente no. Era un diciembre diferente. Con más frío, y diferente. Y, sin embargo, aquí estamos. Irremediablemente.

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