Pero no puedo ni siquiera actualizar el blog...
No tengo ganas ni de eso. A pesar de que hoy haya recibido alegrías, aquí estoy, reprimiendo a mis lágrimas que las muy rudas quieren volver a rebelarse.
Ni siquiera puedo hablar con nadie. No me veo capaz de volver a fingir; me daré una noche de descanso, sólo una.
Hay veces que el tiempo pasa demasiado rápido; veloz como nadie, impidiendo que aspires siquiera su aroma, negándote segundos que debes recobrar después. Invitándote a anhelar cada minuto que has vivido con intensidad pero que ha sido tan efímero, desafiándote. Sin darte un respiro para tomar aire y mirar al frente. Decidir qué vas a hacer. Pero, ¿qué más da? El tiempo está volando, desplegando sus alas violetas en el aire, y a ti te gusta. Si te gusta, ¿por qué no coger este tren y pararte en la estación más cercana? Un viaje no provocará que te desvíes de tu monótono camino, rodeado de vallas que te impiden poner un pie lejos de tu territorio.
Si te gusta, ¿por qué desperdiciarlo lamentándote porque, en ese momento, no te ha dado tiempo a saborear el dulce fruto que se te ofrecía?
Otras, el tiempo pasa lento. Tan lento que cada segundo se te clava como una astilla afilada y envenenada, que se va encargando de que agonices hasta no poder más.
No obstante, hay veces que el tiempo no pasa para ti. Hay instantes en los que cierras los ojos y tu reloj se para, dejando que sólo marquen el ritmo los latidos de tu corazón.
El tiempo es el que te cojerá la mano cuando expires. Si tu mueres, él morirá contigo. Ambos compartís una condena que os mantiene esposados mutuamente. Os gustéis o no, viviréis juntos hasta que algo que no acabo de comprender se apague.
Quieras o no, a él debes agarrarte para olvidar a aquella persona.
Para sanar de tu locura...
No quería llegar aquí, pero es lo único que me ocupa la mente ahora.
¿De qué sirvió hacer lo correcto?
El nudo de mi garganta sigue aquí, pero esta vez no me deja respirar. Tampoco estoy segura de querer seguir respirando.
Tú estás bien, has sanado. Aquí la única enferma mental que queda soy yo.
Y sé que no volverás a leerme. Jamás te volverás a interesar por el dolor que estoy volcando aquí. Dolor que me corresponde, por todo lo que te he hecho pasar, por todas las macetas que he estropeado regándolas demasiado. Encharcándolas. Matándolas.
¿Y de qué me quejo? Es lo que quería, ¿verdad? Irme con las manos vacías. Autocontrol. Pero tú no lo aprecias y quizás eso es lo que más me duele.
¡Joder! Ni siquiera puedo impedir que esa salada agua asedie mi cara. Pero me da igual. Ya me da igual.
Y, aún así, sigo dedicándote estas líneas que serán llevadas por el viento sin piedad. No servirán de nada, tan solo para perturbar a alguien que consiga empatizarse con esta idiota sin remedio.
Igual que tus palabras, tus promesas, tus miradas. Se las llevó el viento. Ya no me queda nada. ¿Y a ti? ¿Qué te queda? ¿El consuelo de pensar que ojalá no hubiera irrumpido en tu vida, haciendo chirriar la puerta del modo equivocado?
No sé qué o a quién odiar. Pero necesito marcharme.
Y lo peor es que tendré que guardarme esto siempre, siempre. Para ti y para todos.
La niña que quiso jugar con dos caramelos a la vez se quedó sin dulce porque ella quiso. Pero le duele. Y la niña sabe que no hay remedio. El caramelo se volvió amargo en cuanto la niña intentó con un dedo tembloroso arrancarle el envoltorio.
Y, ahora, la amarga es ella.
Sé que nada de lo que habéis leído, si aún alguien sigue interesándose por estos inútiles arrebatos, tiene sentido. Pero me invaden caóticas sensaciones que me oprimen el pecho. Y mis dedos son los únicos capaces de transmitir esas sensaciones.
Simplemente ingenua.
Dena.
2 comentarios:
NO eres una enferma mental, NO eres una idiota y NO eres una ingenua.
Si no me preocupase por ti, estaria alegre todos los dias, pero no puedo, porque es imposible que no me preocupe por ti. Y sigues teniendo a "tu" caramelo, salado, pero un caramelo, ya que lo salado nunca se vuelve dulce. Por favor, quiero volver a verte alegre,... feliz.
No hace falta preguntar quién es el anónimo, ¿verdad?
Aunque yo no tenga nada más que ver contigo a parte del foro, me gustaría que tomases en cuenta las palabras del... anónimo.
Aunque las diga por piedad, aunque las diga por pena, aunque las diga porque lo siente.
Sinceramente, yo he dicho lo mismo a una persona, y cada vez por una cosa. Ahora mismo, es la tercera.
De verdad, no vale la pena amargarse tanto. Doy fe de ello.
En un entonces yo sufrí... en un entonces. Aprendí a la tercera, y no sentí más que un estrés horrible durante un par de días, y recuerdos que acudían a mi mente destrozándome por dentro. Pero al fin y al cabo eran recuerdos, de uno de los mejores momentos de mi vida.
No te amargues, ché!
Lloré por alguien que sabía que me ingoraría. Pero no lo hice de alguien que sabía lo contrario mientras me convencía a mi mismo de lo contrario... por puras paranoias. ¿Y saber que la cagué yo no es más doloroso que lo contrario? Pero weno, se aprende a sufrir en cierta medida.
Creo que ya es suficiente parrafada xD
Dame conversación, y te ayudaré... te enseñaré a cambiar la conciencia, que mola! xP
chaaao b7s!
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