lunes, 20 de octubre de 2008

Totalmente dispersa mi mente se extiende hasta llenar toda la habitación, chocando en las esquinas, arañando el cristal de la ventana con las uñas. No voy a abrirla, pues el escaso viento que entre me va a traer su nombre, una vez más, y debo alejarlo, por el momento, porque los trazos firmes de las letras que lo componen no me dejan ver más allá.

Idéntico a las mañanas, con las frases que resbalan en mi imaginación y se transforman, traviesas, alejándome de la lección de ese día, de las preocupaciones de la tarde y las ganas de las vueltas del reloj. Y se tornan en una palabra, y me dice ven, y voy sin pensarlo, y acabo chocando con el metacrilato de sus ojos en mi memoria, justo al atardecer de un sol naranja en el cielo gris, brillando. Luego se torna en ilusa y me incorporo, pero no sirve de nada. Hace demasiado viento. Sus dientes me gritan demasiado.

Sucesivamente pasan las horas, y las palabras, yendo de una a más, a muchas más, que forman frases, y recuerdos, y atrevidas fantasías que aceleran los minutos, los latidos, la sonrisa por dentro. Decido que no tengo remedio y me quedo en dos palabras, extrañamente sola en ese momento.

Con los relojes en mi contra y el ánimo caminando de rodillas, las ganas olvidadas en casa, lo ojos entreabiertos, una palabra suya me basta. Le dice ven a la quietud de mi mente, y me dejo ir, para volver dentro de un rato a por más realidad fría, a por más palabras flotando en el aire.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De nuevo aquí ^^
Y con los textos que me he perdido ya leídos :)

Me gustan, Soñadora, de verdad...
Y en cuanto al anterior a este, las guerras estúpidas son eso, estúpidas, y no merece mucho la pena morderse los carrillos cada vez que hay una, porque sino... bueno, pueden acabar apareciendo demasiadas llagas...


Cuidate muuuuucho :)
Besazos!

Anónimo dijo...

Vale, la del comentario de arriba soy yo, 'Anónima', pero no sé por qué no me deja ponerlo en nombre ù.ú'