martes, 10 de noviembre de 2009

-Oye, perdón. No me mires así... Es que te he visto delante del fregadero ahí dándole a las probetas para que no quedara nada de lo que hemos usado en la práctica esta de mierda y, no sé por qué, y no te asustes, por favor, te he imaginado delante del fregadero de mi casa. Sí, el de mi casa. En la misma posición, con la mano izquierda sujetando el recipiente y la derecha llena de jabón, y esa mueca de concentración... Te he imaginado de pie y descalza, vestida con una camisa, con mi camisa, por ejemplo, la que me habías quitado horas antes, o días antes. Qué más da. Aburrida, tal vez, porque yo aún dormía y tú ya no tenías sueño y te levantabas de mi cama, cubrías ligeramente tu cuerpo y decidías limpiar lo de la cena anterior... por hacer algo, por hacer tiempo hasta que me despertara. Pero lo hacía antes de que tú te dieras cuenta y te observaba de espaldas a mí, desde el quicio de la puerta. ¿No te parece extraño? Me ha explotado todo de repente, al verte. No te asustes, que es una tontería, pero me ha parecido tan real... Que tenía que decírtelo.


La observó un minuto más. Sólo uno. El minuto que tardó en terminar de fregar, cerrar el grifo y sonreírle para indicar que ya podía empezar él.

3 comentarios:

M dijo...

Qué lindo :)
Si alguien me dijera eso... le plantaría un beso =P

Besos

Candela MG dijo...

Qué bonito :) Me ha gustado.

Yonseca dijo...

:)

Ya echaba de menos este blog.