lunes, 14 de diciembre de 2009

(Nadie sonríe. Absolutamente nadie sonríe. La pelirroja solloza en silencio sentada justo en la silla de la esquina, donde la sombra es más pronunciada porque la luz llega oblicuamente desde las dos paredes que la forman, pero nadie la mira. Uno de ellos está en la barra pidiendo otra jarra de cerveza, los tres hombres restantes miran al suelo).

-Pero si ni me llamabas, joder. (Una de ellas rompe el silencio. La morena).
-Uy, cierto. Pero, ya ves, después de que intentaras ligarte a mi novio me daba por el saco llamarte. Completamente. (Sorpresa en la mesa. Agitación general, como cuando te haces partícipe de una verdad incómoda que tú ya sabías. No obstante, un respingo llama más la atención. El chico de la barra. El antiguo novio).
-Oye... (La pelirroja intenta calmar los ánimos, por si no están suficientemente caldeados).
-No empieces con lo mismo. ¿Qué pasa? No era yo la única que calentaba. Tu novio también rondaba, eh. Pero yo quería seguir siendo tu amiga, ¿no te das cuenta? Es que por querer hacer las cosas bien al final me vi metida en un lío del quince.
(Todos miran a la morena. Parece triste: en sus adentros se libera la tormenta interna del recuerdo).
-¿Las cosas bien? (El antiguo novio habla).
-Sí. Bien.
-Yo me voy. Os juro que no quiero seguir viéndoos las caras. ¡Estamos hechos de mentiras! No decimos otra cosa. Mentiras, mentiras, mentiras. Así que mejor me voy.
(Hace ademán de irse, dejando su jarra de cerveza pagada aún sobre la barra).
-Espera, Andrés. Por favor. (Uno de los otros chicos interviene) En teoría, estamos aquí para arreglar lo nuestro, ¿no? Nos han juntado una serie de situaciones extrañas, pero...
-¿Extrañas? (La morena sigue enfadada). Pero si no sabemos quién ha podido ser, por Dios.
-Sí que lo sabemos. El mismo que firmó la nota. (La pelirroja, con lágrimas todavía en las mejillas, parece firme pese a su debilidad aparente).
-Ah, no. Eso no lo volvemos a discutir. No vayamos a volvernos locos; cuando no puede ser, no puede ser.
-¿Pero por qué no? ¡Chicos! (Solloza). Debemos creer en él. Tal vez ya lo sabía, puede que... no sé. Buf. Que él ya lo supiera, ¿no? Y por eso nos escribió a cada uno de nosotros, para... reencontrarnos.
-Nos íbamos a encontrar de todas formas. (Uno de los chicos musita, la morena lo mira).
(La pelirroja continúa sin haber oído nada).
-O también quizá... no sé, existe la posibilidad de que él mismo... De que él mismo lo provocara.
-¿Qué? (Vuelve a hablar el mismo chico. La chica morena cierra los ojos, cansada, infitamente cansada. El rostro del chico está desencajado). ¿Qué cojones estás insinuando? ¡Eso ni en broma! Ni en broma, joder, Ángela. Deja ya de decir gilipolleces. La nota era innecesaria porque ya nos íbamos a encontrar si todavía nos quedaba un poco de vergüenza.
-Cómo... (La pelirroja, Ángela, vuelve a llorar).
-¿Que cómo? ¿Me estás diciendo que sin la dichosa nota, que no pudo escribir él, no habríamos acudido a su entierro? A ver, Ángela. Él no pudo enviarla, sencillamente porque no sabía que iba a morir.

(Andrés ha vuelto a la mesa después de su amago; bebe de su jarra con tranquilidad. La otra chica lo mira de soslayo. El que acaba de hablar y de decir lo que ninguno quería oír, Marcos, sostiene la mirada de la morena. La pelirroja sigue llorando, ya callada. Otro juega con el cenicero. Hay un ambiente extremedamante incómodo. Y, por supuesto, absolutamente nadie sonríe).

1 comentario:

LiZ dijo...

Buena, muy buena la trama. El diálogo es un poco confuso a veces, tal vez por puntuación, pero eso es tan libre...
Sigue así, se te da bien crear historias.
Ánimo