Recibe un simple mensaje de texto con poquísimos carácteres trazando el plan de la tarde: Hoy quedamos y follamos.
Y luego no nos conoceremos de nada, ¿vale? Si acaso seremos dos conocidos y ya está. Incluso nos permitimos hablar mal de nosotros, como si nunca nos hubiéramos besado o nos hayamos sumergido en un remolino de pasión adolescente. Esta tarde, ¿eh? Sin falta.
No lo concibo. Bueno, sí lo concibo, pero me sigue pareciendo algo demasiado gélido. Perderse entre la demás gente de la ciudad y acabar desesperados en el banco de un parque una tarde de sol, o donde se pueda, sin más, un sitio que conceda unos minutos, con el tiempo en contra, y también las ganas. ¿Dónde está el misterio? ¿La magia de las tontas como yo, que la buscan? El juego, la seducción, los hilos que mueven el deseo segundo a segundo, hasta que habla tu cuerpo.
¿Pero por qué lo callamos? Sin más. Cuando olvidamos los ojos y dejamos que sólo coman las manos. La lucha de dos cuerpos me sigue pareciendo algo más. Algo más. No me niego al sexo con alguien que no conoces o que no te haya regalado un anillo. No. Me niego al sexo a secas, sin ningún pálpito de sangre efímero. Sólo por follar. Porque esta tarde quedamos y follamos.
No espero a un príncipe ni nada parecido. En serio. Sólo es que se me hace difícil pensar en el sexo raspado, un sexo de 5. Aunque, tal vez (y sólo tal vez), sea porque soy una anticuada. Una urbanita estrecha. O algo derivado.
Y luego no nos conoceremos de nada, ¿vale? Si acaso seremos dos conocidos y ya está. Incluso nos permitimos hablar mal de nosotros, como si nunca nos hubiéramos besado o nos hayamos sumergido en un remolino de pasión adolescente. Esta tarde, ¿eh? Sin falta.
No lo concibo. Bueno, sí lo concibo, pero me sigue pareciendo algo demasiado gélido. Perderse entre la demás gente de la ciudad y acabar desesperados en el banco de un parque una tarde de sol, o donde se pueda, sin más, un sitio que conceda unos minutos, con el tiempo en contra, y también las ganas. ¿Dónde está el misterio? ¿La magia de las tontas como yo, que la buscan? El juego, la seducción, los hilos que mueven el deseo segundo a segundo, hasta que habla tu cuerpo.
¿Pero por qué lo callamos? Sin más. Cuando olvidamos los ojos y dejamos que sólo coman las manos. La lucha de dos cuerpos me sigue pareciendo algo más. Algo más. No me niego al sexo con alguien que no conoces o que no te haya regalado un anillo. No. Me niego al sexo a secas, sin ningún pálpito de sangre efímero. Sólo por follar. Porque esta tarde quedamos y follamos.
No espero a un príncipe ni nada parecido. En serio. Sólo es que se me hace difícil pensar en el sexo raspado, un sexo de 5. Aunque, tal vez (y sólo tal vez), sea porque soy una anticuada. Una urbanita estrecha. O algo derivado.