Yo corregía tus textos con alma infantil mientras tú marchabas a aspirar otros olores. En mi corazón palpitaban tus palabras porque era una niña, e inexperta, y en mis ojos resonaban tus frases como los mismísimos mandamientos. Mientras tanto tú... no sé. Tú no sé. Pero después de tres años he recobrado la cordura, me he cortado los hilos de ese tiempo, y aunque ya soy una persona distinta también fui la niña de quince, y por eso en lo más hondo me daña. Porque soy la misma, con la espalda más cargada o no, pero la misma. Y por ello sé que mis ojos han cambiado esta noche. Ya no verán igual.
3 comentarios:
Me has dejado con la gran intriga de saber qué vieron tus ojos :) aunque con tus palabras consigues hacerme una idea.
Un beso enorme!
el amor nos da cordura, aunque tambien nos lo ha quitado de un pasado. que tontos somos.
¡Wow!
Qué buen lugar.
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