Si me muerdo los labios el gusto en mi lengua es amargo. Se resquebraja la escarcha que se ha formado en estas últimas horas y en cuanto vuelvo a cerrar la boca la siento de nuevo. Sería una noche perfecta para gastarla tirados en cualquier parte o gastarnos sin más. Pero en lugar de ello alimento mi cama de mí e intento distraerme sin una salida que parezca cercana. Pensando en escribir una historia con esa canción que lleva su nombre, imaginando que tal vez alguna lleve el mío y sabiendo, en último término, que en realidad esa última no existe.
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