domingo, 11 de septiembre de 2011

Pensamos que una de nuestras mayores condenas es el paso del tiempo, sobre todo cuando dejamos atrás ciertos años que parecen mágicos y eternos. O eso dicen… nosotros aún estamos en esa frontera. El paso del tiempo duele, duele porque vemos que envejecemos y que vamos dejando atrás cosas que fueron fantásticas y que echaremos de menos con el regusto amargo de saberlas, de alguna manera, perdidas.

Pero nos pasa siempre, y aquí no hay excepción, y es que pecamos de una cosa: de impulsivos. Nos centramos en que se nos van los días, pero olvidamos lo que provoca que se nos encoja el corazón y se nos encienda la añoranza: justamente esos días. Nos arrasa la marea de un año más que pasa, pero todo lo que ese año ha acontecido es la calma que se pega a la piel cuando ya se ha marchado la breve tempestad.

El tiempo en esta ocasión también ha pasado. Veinticinco años. Lo increíble no es la cifra, ni que hayáis llegado aquí y nosotros podamos conmemorarlo con vosotros. Lo sobrecogedor es que hoy no celebramos una fecha, un aniversario más, sino todo el contenido de estos veinticinco años. Todo el camino que hay detrás de un número tan simple… Veinticinco.

Desgranándose septiembre a septiembre, nos habéis dado cada año que cumplíais desde que nos disteis la vida. No han sido años vacíos, sino años de aprendizaje, a veces duro y a veces más llevadero, de piedras en el sendero que nos ayudasteis a sortear, de sabiduría que llegaba de vuestra sangre a la nuestra. El tiempo nos ha formado con todo lo que nos disteis, y hoy podéis presumir de tener unos hijos que más o menos se arreglan, con sus más y con sus menos. Que han superado ya sus etapas más tortuosas, y que ahora se inician en la vida adulta como pueden, un poco a tientas, pero siempre con dos manos firmes que estarán dispuestas a sostenerlos: las vuestras.

Una cosa está clara y es que tenemos presentes todos estos años, y somos conscientes de que somos como somos por vuestra constante compañía. Que tenemos unos padres que nos quieren y así nos lo demuestran, de tal manera que nos habéis regalado parte de estos veinticinco años sin dudarlo. Habéis volcado la mayor parte de este número en nosotros, y aquí tenemos el resultado.

Que hemos llegado hasta aquí. Que hoy celebramos un aniversario, pero también toda una vida, nuestras vidas, con vosotros. Que estamos aquí, acompañándoos como vosotros nos acompañasteis siempre, y que un calor tenue en el alma nos susurra que va a ser así cada día, todos los años que nos quedan por probar. Más vueltas que dar al calendario, más hechos y momentos que lamentar cuando se vayan. Y claro que nos sentiremos tristes al recordarlos… Sólo así sabremos que fueron realmente buenos y dignos de conservar.

Gracias. Gracias por hoy, por todos los días que nos han traído aquí, y por todos los que vendrán. Por que sigamos juntos, con más noches como esta. Felicidades.


Nunca me había temblado tanto el pulso. Sus miradas cristalinas, la voz de mi hermano de fondo, mi corazón saliéndose por las muñecas.

1 comentario:

Manu dijo...

Eres un regalo para los que te rodean, cada vez estoy más convencido.

http://grooveshark.com/s/Baby+Let+Me+Follow+You+Down/sl9W?src=5

:)