viernes, 1 de junio de 2012

- Se acabó- le dijo.

Ya estaba bien del sexo nostálgico y de reabrir la herida cada vez que se volvían a juntar sus bocas. Se acabó, le susurró secamente mientras aún le acariciaba la espalda desnuda. Tengo que hacer limpieza, pensaba una y otra vez. Siempre que hacía limpieza en casa llenaba varias bolsas, de las gigantescas, y ni siquiera sentía que ahí se iba su vida. Simplemente veía desperdicios, cosas inútiles, y se preguntaba por qué había seguido guardando todos esos trastos carentes de sentido. Luego se sentía en parte aliviado por haberse desecho de todo eso, pero le jodía mucho tener esa tendencia a acumularlo todo. A ir amontonando recuerdos que hay que dejar pasar en su momento, no de golpe y porrazo. Sentía que su pasado estaba anquilosando su presente, por muy insulsos que fueran sus días.

Así que Se acabó, dijo. Hizo limpieza de nuevo y llenó varias bolsas. De ella, de su cuerpo, de todos los aromas de sus recovecos, de sus días y de ese puto sexo nostálgico que después del orgasmo no servía más que para sentirse como dos miserables, y desconocidos. Así que de todo eso llenó las bolsas. De eso y de su espalda, desnuda y sanguinolenta. 


(Inspirado en un relato de Carlos Castán)

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