No me cuentes tu vida disfrazada de metáfora. No me intentes hacer creer que lo que ocurre es una historia ficticia que aplicas a unos personajes que proceden de tu imaginación. En realidad puede palparse que has volcado tus frustraciones acerca de una vida que nunca vivirás, unas palabras que nunca dirás y unos labios que nunca vas a besar. No me interesa tu vida mundana, sino tu universo interior, esas historias siempre que sean reales y creativas, siempre que puedan alimentar mis sentidos.
Pero no te obceques en sacar brillo a tu existencia poniendo de excusa tu literatura. Sácale brillo a tu literatura poniendo de excusa tu existencia, tus vivencias, los cimientos sobre los que erigirás tus mundos. Y, sobre todo, lee los mundos de otros. Porque sólo así podrás aprender. Despreciando las palabras de otros sólo estarás despreciándote a ti mismo. No te dejes llevar por tu egocentrismo porque entonces, viviendo sólo por y para ti mismo, ignorando a aquellos a los que tienes que llenar de letras, sólo conseguirás una cosa. Una única cosa: ser un mal escritor.
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