Si reventara las paredes se llenarían de sangre y de vísceras, pero tendría que ser otro el que recogiera el desastre. No sé quién encontraría la escena. Tal vez mis compañeros de piso, algún colega de la universidad o incluso mi casero si decido cerrar por dentro antes de hacerlo. Tampoco sé si en el escenario del crimen autoinfligido hallarían también la paz después de la explosión, esa calma siniestra que rodearía mi cuerpo ya inerte, o lo que quedara de él.
Tal vez pasara así.
Sin embargo, soy consciente de que es anatómicamente imposible que esto ocurra en el cuerpo de uno mismo sin ninguna influencia externa y material. Por eso sé también que en mi cuarto esta noche nadie hallará esa tranquilidad extraña y esa calma casi terrorífica, sino tal vez solamente el aire anudado después de que haya lanzado bocanadas sin poder alcanzarlo.
Lo que sí es cierto es que es posible reventar, pero sin sangre y sin vísceras adornando las paredes. Con el mismo dolor que haría que la piel se abriera en un estruendo, pero sin ningún desastre que otro tuviera que recoger luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario