martes, 5 de agosto de 2014

5 de agosto de 1939.

"Espero que luchen hasta el final"
"Cuando estés en la manifestación, grita también por mí"
"Yo no salgo a la calle porque no me gusta, pero apoyo a la gente que está ahí"
"Menos mal que los hay que luchan"

Le doy vueltas a estas frases que escucho y leo a menudo mientras pienso en que hoy mismo, pero hace varias décadas, fueron asesinadas las que se conocerían desde ese momento como Las Trece Rosas. A pesar de que por desgracia los fusilamientos no se redujeron sólo a su caso, el de ellas ha trascendido más: un libro que relata sus historias, la posterior película... y siete de las trece menores de edad cuando respiraron por última vez.

Todas ellas eran miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), pero no voy a enredarme en sus biografías; en la Red hay abundante información de estas trece españolas fusiladas el 5 de agosto de 1939 (así como de los hombres que también fueron llevados a la tapia del cementerio de Madrid aquel día).

Sin embargo, en ocasiones, como casi siempre, acabo pensando tras todo esto, tras todas las frases y todos los recuerdos de los muertos en guerra y dictadura, que siempre esperan que luchemos. Parece que mientras unos viven observando a los que luchan, otros luchan esperando poder vivir algún día. Luchan, o luchamos. Quién entiende ya este término en estos días de colores partidistas, robos y recortes injustos que nos convierten en un estado que bate récords en cifras de población rica y en umbrales de pobreza, pobreza infantil y malvivir generalizado de clases más medias y bajas que altas.

Luchar... Parece que es lo que esperan. Que habrá gente que luche y consiga atenuar la medida desmedida de turno y obtenerla de una manera -cada vez estoy más segura- que podría haber sido así desde el principio.

"Espero que luchen hasta el final"
"Cuando estés en la manifestación, grita también por mí"
"Yo no salgo a la calle porque no me gusta, pero apoyo a la gente que está ahí"
"Menos mal que los hay que luchan"

¿Por qué es así? ¿Tiene que ser así?

¿Qué pensarían aquellas trece personas cuando escucharon los sonidos de las armas cargándose y el grito alerta de un superior? Algunas de ellas apenas tenían mi edad. ¿Pensarían en la lucha? ¿O a sus mentes acudirían sus familias, sus gentes, sus amores, sus cosas, sus días...? Toda esa vida que nunca iban a recuperar.

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