miércoles, 16 de marzo de 2016

Dentro de nosotros
hay algo
que no tiene nombre
y eso es lo que realmente somos.

- Hacía mucho que no venías por aquí.
- Tampoco tanto.
- Pero algo sí.
- Algo sí.
- No hace demasiado te hicieron pensar que venir a visitarme era egoísta y nocivo…
- Lo sé. Lo recuerdo perfectamente. Casi todos los días.
- Me alegro de que estés aquí.
- Al final, de una manera u otra, siempre voy a volver…
- Siempre, eso ya lo aprendimos.
- Lo aprendimos.
- ¿Cómo estás?
- ¿De verdad vas a preguntarme eso cada vez que vengo a visitarte?
- Me parece importante.
- Pero ya lo sabes.
- Claro, si no no estarías aquí, pero de alguna manera hay que romper el hielo de la conversación, ¿no? Nunca has sabido estar en silencio, y tampoco te gusta malgastar las palabras.
- Eso es cierto… Pero ya lo sabes.
- Claro que lo sé.
- A veces creo que no voy a poder hacerlo. Y mientras pienso esa maldita frase yo misma me doy cuenta de que no tiene sentido.
- ¿El abismo otra vez?
- Creo que sí.
- Hay un tipo de abismo que jamás vas a volver a bordear. ¿Te acuerdas? Es importante que lo tengas presente. ¿Lo haces?
- Por supuesto… Si no no estaría aquí. ¿No?
- Tienes razón.
- El abismo otra vez.
- ¿Qué sientes?
- Vuelven a resentirse las paredes de mi cuerpo. Del estómago a las costillas, el cráneo, incluso las muñecas, llenas de venas, todas ellas parece que se agitan, se revuelven dentro de mí y no hay nada que hacer porque…
- Porque las maneja tu mente.
- Las manejamos nosotras.
- ¿Mucho tiempo sin escribir?
- Mucho tiempo sin venir a verte. Bueno, tampoco tanto, pero algo sí.
- No te olvides de mí. Ni siquiera de cada abismo por el que te sientes caminar, hasta eso es importante para pisar con más firmeza la tierra que después te hace sentir segura. Recuérdalo todo.
- Lo hago. Aprendí a hacerlo, así es como lo quiero hacer.
- Juntas.
- Juntas.
- En ese tiempo en el que casi te prohíben venir a verme… ¿Qué pensabas?
- Me hacía muchas preguntas. Me preguntaba si de verdad estaba siendo egoísta, si era una cuestión de egoísmo propio, si tenía que dejarte ir para cuidarlo…
- ¿Dejarme ir?
- Sacrificarte, más bien.
- Menos mal que no lo hiciste.
- Creo que nunca voy a ser capaz de hacer algo así. Nadie debería obligarme a hacer algo así.
- Pero eso no impidió que te sintieras triste.
- Eso es.
- Ni que a veces te sigas sintiendo así.
- Sí, pero es una tristeza diferente… Ya no temo por ti, no te cuestiono, pero no dejo de hacerlo conmigo misma. Es como…
- Miedo.
- Supongo que sí.
- ¿A qué?
- No lo sé… ¿A haberme perdido?
- Pero estoy aquí.
- En eso tienes toda la razón…
- Estás mejor cuando sonríes.
- Lo sé. Te veo a ti.
- Recuérdame. Y recuerda que nunca voy a juzgarte, aunque a veces quieras obligarme.
- Voy a volver… Aunque no sé cuándo.
- Ya lo averiguaremos.

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