Dentro de nosotros
hay algo
que no tiene nombre
y eso es lo que realmente somos.
- Hacía mucho que no venías por
aquí.
- Tampoco tanto.
- Pero algo sí.
- Algo sí.
- No hace demasiado te hicieron
pensar que venir a visitarme era egoísta y nocivo…
- Lo sé. Lo recuerdo perfectamente.
Casi todos los días.
- Me alegro de que estés aquí.
- Al final, de una manera u otra,
siempre voy a volver…
- Siempre, eso ya lo aprendimos.
- Lo aprendimos.
- ¿Cómo estás?
- ¿De verdad vas a preguntarme eso
cada vez que vengo a visitarte?
- Me parece importante.
- Pero ya lo sabes.
- Claro, si no no estarías aquí,
pero de alguna manera hay que romper el hielo de la conversación, ¿no? Nunca
has sabido estar en silencio, y tampoco te gusta malgastar las palabras.
- Eso es cierto… Pero ya lo sabes.
- Claro que lo sé.
- A veces creo que no voy a poder
hacerlo. Y mientras pienso esa maldita frase yo misma me doy cuenta de que no
tiene sentido.
- ¿El abismo otra vez?
- Creo que sí.
- Hay un tipo de abismo que jamás
vas a volver a bordear. ¿Te acuerdas? Es importante que lo tengas presente. ¿Lo
haces?
- Por supuesto… Si no no estaría
aquí. ¿No?
- Tienes razón.
- El abismo otra vez.
- ¿Qué sientes?
- Vuelven a resentirse las paredes
de mi cuerpo. Del estómago a las costillas, el cráneo, incluso las muñecas,
llenas de venas, todas ellas parece que se agitan, se revuelven dentro de mí y
no hay nada que hacer porque…
- Porque las maneja tu mente.
- Las manejamos nosotras.
- ¿Mucho tiempo sin escribir?
- Mucho tiempo sin venir a verte.
Bueno, tampoco tanto, pero algo sí.
- No te olvides de mí. Ni siquiera
de cada abismo por el que te sientes caminar, hasta eso es importante para
pisar con más firmeza la tierra que después te hace sentir segura. Recuérdalo
todo.
- Lo hago. Aprendí a hacerlo, así
es como lo quiero hacer.
- Juntas.
- Juntas.
- En ese tiempo en el que casi te prohíben
venir a verme… ¿Qué pensabas?
- Me hacía muchas preguntas. Me
preguntaba si de verdad estaba siendo egoísta, si era una cuestión de egoísmo
propio, si tenía que dejarte ir para cuidarlo…
- ¿Dejarme ir?
- Sacrificarte, más bien.
- Menos mal que no lo hiciste.
- Creo que nunca voy a ser capaz de
hacer algo así. Nadie debería obligarme a hacer algo así.
- Pero eso no impidió que te
sintieras triste.
- Eso es.
- Ni que a veces te sigas sintiendo
así.
- Sí, pero es una tristeza
diferente… Ya no temo por ti, no te cuestiono, pero no dejo de hacerlo conmigo
misma. Es como…
- Miedo.
- Supongo que sí.
- ¿A qué?
- No lo sé… ¿A haberme perdido?
- Pero estoy aquí.
- En eso tienes toda la razón…
- Estás mejor cuando sonríes.
- Lo sé. Te veo a ti.
- Recuérdame. Y recuerda que nunca
voy a juzgarte, aunque a veces quieras obligarme.
- Voy a volver… Aunque no sé
cuándo.
- Ya lo averiguaremos.
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