La verdad es que de ellos me quedo con el ellos que existió en los momentos que compartimos, cuando sonreíamos juntos y me hacían sonreír, y eran una persona diferente a la que son ahora, porque estaban conmigo, me dejaron conocerlos así, a solas, y con ese privilegio que pocas tendrán me quedo, por encima de todo.
martes, 26 de julio de 2016
Perder la cuenta de tantos "tantos" y "tan".
Hoy me he paseado por medio Madrid con un bañador porque hemos hecho una guerra de agua en el trabajo y, a pesar de tener en la oficina la maleta porque volvía de viaje, no tenía una muda de recambio. Parece una frase que inicia un relato enrevesado e ingenioso pero no; es totalmente cierta y mía.
Últimamente estoy haciendo tantísimas cosas que estoy perdiendo la cuenta de todas ellas. Estoy viendo tanto cine -bajo demanda, en salas, de verano- y tantas series y leyendo tanto que. Estoy tomando tantos cafés y tantas cervezas que. Estoy abrazando tanto y queriendo tantísimo a los míos que. Estoy hablando tanto sola y cantando tanto por la calle mientras tamborileo con los dedos en las farolas y las paredes que. Estoy riéndome tantísimo y sonriendo y esquivando besos que. Estoy bailando y sincerándome y durmiendo y viviendo y repitiéndome tanto que...
Que el otro día lo decía: estoy sintiéndome tan bien últimamente que me estoy recordando a un producto de Mr. Wonderful y la verdad es que no quiero, porque me parecen algo odiosos.
Creo firmemente que hay cierto bienestar que sólo podemos alcanzar cuando estamos solos. Y, hago un inciso: también pienso que hay una parte de nosotros que sólo se completa con una pareja. Pero creo que estoy ahí, en el primer bienestar. A menudo pienso que en diciembre inicié un paréntesis que me mantuvo a gusto pero no así de bien, y que se prolongó hasta más allá de febrero, cuando ya dejé de sentirme a gusto para sentirme un poquito menos a gusto. Sin embargo ahora noto en la espalda los restos del cascarón que mis alas han roto y, sí, lo admito: no me sentía así de bien, estando sola, desde abril de 2014.
Iba a escribir que "se inicia" un verano fantástico pero lo cierto es que casi me he comido la mitad y apenas me he enterado porque tengo tanta energía que me faltan días para desparramarla disfrutando conmigo y con los míos. Supongo que necesitaba llegar a este punto de nuevo, al bienestar pleno y natural. Sin mitades, ni huidas, ni distracciones.
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lunes, 18 de julio de 2016
London, my dear.
- Es curioso, pero me di cuenta de que todas las personas de las que me despedí el sábado... -me dice.
- ¿Se despidieron de ti como si fueran a verte al día siguiente? Lo pensé.
Él asiente, entre bocado y bocado de tarta de chocolate.
- Es mejor así -le digo-. Además, ¿qué es una despedida? Tampoco es para hacer nada especial. Simplemente es decirle adiós a esa persona, y esperar...
Y por eso lo abrazo después, con fuerza, como siempre, dejando que mi cabeza encaje debajo de su cuello y fingiendo -sin fingir- que voy a verlo mañana, que vamos a tomarnos unas cañas, o ir al cine de verano, o beber ginebra en mi sofá destrozado mientras vemos fotografías de hace años y no paramos de reír o que vamos a seguir devorando series como lo hicimos con Unbreakable Kimmy Schmidt. Obviando el hecho de que no sabemos si volveremos a vivir en la misma ciudad, pero asumiendo, porque a veces estas cosas simplemente se saben, que sea como sea volveremos a encontrarnos.
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domingo, 10 de julio de 2016
domingo, 3 de julio de 2016
Escalofríos.
Es curioso cómo funcionan nuestros adentros. Hoy llevaba horas sintiéndome inquieta y triste sin terminar de averiguar el motivo. Pero no ha pasado mucho tiempo hasta que he averiguado el porqué: Blanca se marcha, y con ella un año increíble y lleno de buenos momentos.
Nuestra edad y nuestras circunstancias, viviendo en otra ciudad en una situación complicada, provocan que tengamos que acostumbrarnos a las despedidas. Sin embargo, soy incapaz de acostumbrarme a esta sensación de pérdida y vacío, aunque sea temporal, que se pega a mi piel cada vez que alguien que me sostiene tiene que irse. Me he dado cuenta de que para mí Madrid es Madrid por toda la gente que está aquí, "la familia que elegimos" como ha dicho hoy la que fue mi compañera de la 505, y que cada vez que alguien se ausenta de esta ciudad maravillosa es como si para mí se derrumbara una de sus torres.
Pero este dolor no es amargo; de hecho creo que una de las cosas más bonitas que hay es poder llorar con alguien mientras se sonríe. Son esos momentos, en los que el alma se resiente, en los que uno se da cuenta del valor que tienen las personas, de la importancia que tienen porque, al fin y al cabo, ¿qué es una vida sin nadie para compartirla?
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