Hay una magia especial en los domingos por la noche que consisten en estar en la cocina comiendo pizza con el pijama puesto. Con las risas colándose en los huecos entre las tazas de té y el humo sobre nuestras cabezas, asomadas a imágenes en movimiento de otros tiempos, cuando ya conocíamos esta fuerza conjunta que, lejos de agotarse, crece cada domingo. Sois tan básicas para mi día a día que sois hogar, savia, intensidad, calor y certeza.
Cuando todo se oscurece, llego a casa y os encuentro, y me llenáis de esa magia real y necesaria que me hace sentir afortunada de teneros.
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