Lo malo del amor son las canas debajo de la piel. Despertarse una mañana de domingo, con la cama caliente pero el alma fría, y observar a esa persona, que todavía duerme y parece sonreír profundamente, mientras te preguntas:
"¿Cuándo sacrifiqué mis sueños para que tú pudieras cumplir los tuyos?"
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