A veces es necesario cantarle al momento presente, al amor más bonito, a unas croquetas compartidas junto a unas cervezas con dos de las personas que más me vertebran en este momento. Llevo varios días pensando en lo afortunada que soy y en lo feliz que me siento a pesar de las espinas del día a día, que no hacen mella aunque intenten arañar. Soy afortunada, a pesar de que mi cabeza bulla tanto que cada noche cierre los ojos agotada, pero satisfecha. Llevaba varios días pensándolo y he dicho: qué coño, lo voy a escribir, que no todo va a ser quejarse.
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