lunes, 19 de noviembre de 2018

Las historias.

Algunas veces he sentido que era hora de terminar con algo. No sé muy bien explicar cómo lo percibo, porque no cumple ningún patrón ni existen unas características concretas que pueda describir. Simplemente es un aviso que viene de dentro, de un lugar que ni siquiera sé nombrar. Me pregunto si estoy viviendo uno de esos momentos.

Creo que más a menudo de lo que me gustaría olvido que no soy la única persona que está respirando en el universo. Que los problemas toman formas muy diversas y afectan a casi la totalidad de la población. Sin embargo, pocas veces nos paramos a pensar que aquellas figuras en movimiento que nos cruzamos a diario por las calles han surgido de la esencia de la que también nacimos el resto. Parece una obviedad, pero el egocentrismo siempre es un bálsamo narcótico que sienta muy bien.

Todo es cuestión de historias. De las historias que cada uno nos contamos y con las que vamos conformando el mapa por el que caminamos, a veces de manera sencilla y otras casi a trompicones, sin fuerzas ni ganas. Esas historias son por tanto muy poderosas, pues tienen el poder de hacernos a nosotros mismos.

Cada día me cuento muchas historias, me peleo con ellas e incluso echo en falta fuentes externas que me ayuden a rematar algunos cabos que no me convencen. Y mis devenires son tan peligrosos que si bajo la guardia soy perfectamente capaz de perderme en ellas, o en alguna de ellas, y comenzar a erosionarme a mí misma como si yo fuera, exactamente, la única persona que camina en esta ciudad. Me olvido de que cada uno compone las suyas, y debo tenerlo en cuenta siempre.

Porque aunque nunca llegue a conocer las historias reales del resto, aquellos cuentos que se cuentan a diario, ese reflejo tiene que ayudarme a mantener presente que mis historias no son absolutas. Que no puedo empeñarme en la verdad, pues hasta esas que sólo yo conozco, y a las que yo doy forma en última instancia, están afectadas por todas mis deformaciones.

Me siento un poco triste, pero es una tristeza calma. Por eso me pregunto si estoy viviendo uno de esos momentos en los que simplemente que es hora de terminar con algo.

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