martes, 3 de abril de 2007

Sentimiento difuso

Hoy es uno de esos días.
Uno de esos días en los que abro los ojos para mirar en derredor y descubrirme, incrédula, agazapada en un triste rincón.
Me siento totalmente fuera de lugar. Sin brazos, sin piernas. Sin nada con lo que agarrarme a otra oportunidad. Sin palabras de apoyo para salir adelante. Sólo con el dolor que rechazar esas palabras en su momento me ha producido.
Y sé, lo sé, que no será la última vez.
Así que ahora sólo me queda perderma en las brumas de mis recuerdos que, aunque cada vez que acudo a ellos me acuchillan ignorando mis alaridos de dolor, son los únicos que me son fieles de verdad. Los únicos que siento cerca.
El único abrigo que me queda en la frialdad de mi noche sin luna.
Noto un escalofrío inconfundible y un susurro que atenaza mi oído.
...Inspiración...
Inspiración sólo me visita cuando nadie más quiere hacerlo. ¿Suerte o desdicha? Inspiración lo sabe, pero no quiere decírmelo.
Intento cambiar de postura, como ellos me dicen. Pero soy así. Soy así y no quiero cambiar, aunque quiera pensar que sí.
Vago por el pantano de mi mente durante horas. Horas que se hacen días. Días que paso en la pequeña choza cenagosa que conservo para estas ocasiones. Días esperando que el sol me alumbre de nuevo, devolviéndome a la cordura de pisar el suelo y sentirlo. La cordura de ver y poder mirar.
Pero el Sol no hace su entrada triunfal... Sin embargo, hace calor. Pero tengo mucho frío. Y no hay nadie capaz de darle un puñetazo a mi corazón para que el hielo se desquebraje y pueda otra vez respirar. ¿Habrá alguien? Quizá ese Alguien tiene mejores cosas que hacer.
Hoy es uno de esos días en los que las lágrimas se colorean. Y tras su rastro escriben palabras que duelen y me martillean día y noche, día y noche.
Así me dejan, intentando borrarlas hasta que desisto, dándome cuenta de que tienen toda la razón.
Ellas, y no yo. Vosotros, y no yo.
Y sueño con que un día alguna de esas personas que me cambian de tema cuando intento abrirme a ellos, que me preguntan que qué tal estoy hoy por pura rutina, no por interés... esas personas que alardean de conocerme pero no tienen ni un ápice de razón... Sueño con que esas personas lleguen a bucear en mi dolorido corazón y se den cuenta de que lo tengo. ¡Sí, sorpresa! Siento, padezco, sueño.
Pero el miedo engulle al sueño con su fría garra sin darle tiempo a pedir clemencia. El miedo que me susurra con malicia que a esas personas no les interesa saber cómo soy. Y tiene razón. Me temo que tiene razón.
Él, y no yo.


Escrito el 14 de Enero de 2007. ¿Por qué volver a escribir lo que ya se ha sentido?

1 comentario:

Anónimo dijo...

PRIMER!