Labios cortados. La pintura de los ojos difuminada. El pelo hecho un desastre. Un abrigo horrible que desdibuja la figura pero que sí abriga. El cuello siempre tapado porque si no me muero de frío. Amante en silencio de la Gran Vía de Madrid (es el lugar donde salen a relucir los sueños que se relacionan con escenarios). El corazón lleno de remiendos, como es normal. La sonrisa a punto. Miedo a que me vengan a limpiar y no poder estar en la habitación tranquila. Setenta hojas desparramadas por el suelo mientras subía las escaleras, viniendo de reprografía. Ineptitud con casi todo lo musical, pero disfrute con la gente que sí que son unos artistas en ese sentido. Ganas de no hacer nada. El zierzo casi debajo de las uñas. Las uñas por cortar. Los ojos cansados. Las pupilas, a escondidas, atrevidas. Poca relación con la elegancia. Manías que perjudican casi siempre. Chocolate. Lo acordes de una canción determinada, despertando el mismo sentimiento siempre que suenan. La barbilla en el hueco de la mano izquierda. Ganas locas de escribir algo que haga sentir sin más. La tripa sonando. Pocos minutos para la marcha. Pensamientos. Minutos perdidos que tanta falta hacían. El tictac de siempre, pero de manera distinta. Frases sueltas. Silvio Rodríguez. Cómo me haces hablar en el silencio. La calle y de mis cascos saliendo vida. Envidia de esas películas que me hacen soñar con ser parte de ellas. Sueños. Como siempre. Que un día acabarán conmigo. Pero hasta entonces... Voy a terminar de prepararlo todo, no vaya a ser que me entren a limpiar.
1 comentario:
Qué bonito, Elena. A ver si nos pasamos por Madrid algún día de estos, que tengo ganas de recorrer Madrid contigo :)
Un besito desde la Gran Vía que no es tan grande como tu Gran Vía.
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