Tus palabras me hacen parecer alguien insensible. Es curioso, a veces me elevan y me encienden desde adentro, y otras no son más que el reflejo del daño que te hice sin poder evitarlo. Bueno, en realidad sí podría haberlo hecho, pero eso no habría sido honesto, no para ti, y mucho menos para conmigo.
Anoche lo observé sentado solo en el bus, mirando el móvil, sintiéndose extraño entre todos nosotros. Y me reproché a mí misma el haberlo juzgado tan rápido, porque su tristeza llegó a mí y me asoló por completo al recordar el miedo que me dio tomar esa decisión que acabó en parte con todo lo que había sido estos últimos años. Lo vi sufrir, y pensé que tal vez la amaba de verdad, y que por tanto la decisión de dejar a su familia había sido la más dura que había tomado nunca. Y su valentía, aunque torpe y a destiempo, digna de recordar.
Pero es injusto. Es injusta esta orilla del río, es injusto que se nos juzgue por haber dejado de amar o por creer que hemos dejado de hacerlo. No es justo tener que soportar ciertas palabras y miradas, optar por la lejanía o perder aquello que te importa. No es justo estar expuesto a eso, y mucho menos deber hacerlo. Dejar de amar puede doler tanto como aguantar que hayan dejado de quererte, aunque a ojos de ajenos no seamos más que asesinos despiadados de corazones.
No fue en vano. Tuve mis motivos y después de todo el movimiento de estos últimos meses sólo sé una cosa... Que no quiero retroceder. Volver a la misma rutina autodestructiva. Quererte sin que me quieras entonces, no quererte cuando me quieres. No podré soportar más cambios de actitud, porque ya tengo suficiente con soportar día a día a la culpabilidad compartiendo cama conmigo. Esa que se acrecenta con tus comentarios y tu dolor sordo. Que ojalá pudieras llorar... aunque me dijeras que era porque no tenías más lágrimas, que se te habían acabado todas. A mí aún me quedan, y al ritmo que voy y que vamos... todavía hay para un rato largo.
1 comentario:
Si me hubieras preguntado por qué lo escribí verías que no tiene nada que ver con que debas sentirte culpable o algo así. Era algo mío, referente a mí mismo como persona, y no tenía nada que ver con nada más.
Y creo que he demostrado que lo que digan o hagan los demás no va conmigo. Que no te guardo rencor alguno, ni te culpo de nada, ni tampoco exijo nada realmente.
De hecho creo que he sido bastante comprensivo. Y, repito, la entrada de ayer del blog era algo mío que estuve pensando a lo largo del viaje de vuelta en el coche y que he estado meditando durante días.
Igual que mi primo me dijo que tenía miedo de ser incapaz de amar, yo escribí que tengo miedo de ser incapaz de llorar de emoción, sin más, como lloraba antes al ver una película que me gustase o escuchar una canción como la de "hope there's someone".
He aceptado el hecho que parece casi evidente de que tú no me necesitas del mismo modo que yo a ti y, he respetado que me digas que no tienes ilusión, y aun así en ningún momento he dejado de decir que también comprendo la parte en la que estás.
No sé... pero creo que esta entrada que has escrito no es aplicable a mí. Y la mía, la que ha desencadenado esto, tampoco iba por ti.
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