viernes, 7 de octubre de 2011

Zaragoza me hace pensar siempre y reencontrarme con la parte de mí que entierro cuando estoy en Getafe. Creo que no voy a ser capaz de tener otra relación así de intensa hasta que no abandone esta doble vida. Una de las cosas que más me matan es sentir una ausencia cuando estoy en una de esas vidas, y cuando llego a la otra y la ausencia se disipa... no es suficiente. He aprendido que necesito estabilidad con alguien e inestabilidad conmigo misma. Aunque me duela.

Pero el caso es que vuelvo a este zierzo y me hallo tranquila. He sido capaz de sacarme a mí misma de esta espiral, porque tú no ibas a hacerlo, y a pesar de notar un vacío en los cuatro años que llevo a las espaldas... ya sé estar más tranquila. El 30 de septiembre pasó sin que me diera cuenta, y si fue así fue porque en parte nunca quisiste que fuera especial. No te reconozco en muchos aspectos, pero supongo que es normal, que tú a mí tampoco, que yo ahora también soy más seca y más triste. Que los dos somos más locos, y eso antes estaba bien, pero por separado... ya no es tan divertido.

Aun así no puedo evitar entristecerme al no hallar en ti a esa persona que a ratos me hizo feliz durante casi cuatro años. Sin eso, se me olvida el sentimiento intenso, tanta locura temprana, todas las veces, las miles de veces, que el mundo sólo era importante porque estábamos tú y yo. Comprendo que ya no me pertenece a mí el deber de encontrarte, y de esa comprensión surge precisamente esta sensación de calma.

De que ya ha pasado. Ya has pasado. Y tal vez el tiempo vuelva a juntarnos de verdad y tengamos la oportunidad de volver a conocernos ahora que hemos cambiado. Pero que hasta ese momento me tengo a mí misma y al presente, porque ya no tengo fuerzas para reconstruir el pasado distorsionado y herido en mi mente, y el futuro es algo que todavía se me escurre de entre los dedos.

Que si esta doble vida conectada por un viaje en bus de cuatro horas va a incapacitarme para sentir determinadas cosas, siempre queda la posibilidad de sentir otras. De centrarme en aspectos vitales más aburridos y lineales, pero importantes y esenciales, al fin y al cabo. Ahora ya me no me tomo el tiempo como un aliado o un enemigo. Es un factor más, una manta que me cubre a mí igual que cubre a tantos otros. Es otoño gris, sin tonos marrones y naranjas, un apoyo para mi imperturbabilidad, tan positiva como negativa. Ya apenas siento las cosas malas; ya apenas siento las cosas buenas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=wB7aY5NDuUo